Quién toque es lo de menos
Los nuevos carteles de rock devienen objetos de coleccionismo en sí mismos
XAVI SANCHO - Barcelona - 12/09/2009
Entre tanto vaivén de la industria musical, hay un producto de los tradicionales que, sorpresa, ha salido beneficiado: el póster de concierto. Pero no, no exactamente como solían. Ahora son verdaderas piezas de arte. "En los sesenta, el público podía tomarse su tiempo mirando un cartel. Ahora como mucho hay que hacerse ver, luego si lo miran, perfecto", dice Fernando Delgado, del departamento de promoción de Heart Of Gold, promotora madrileña.
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"Hoy, el afiche juega roles bastante distintos", comenta el diseñador estadounidense Jason Munn, más conocido como Small Stakes, quien ha realizado obras para bandas como Sonic Youth o Wilco. "Sigue siendo el anuncio de un concierto, trata de llamar la atención en la sala o en las tiendas de discos, pero también es cada vez más utilizado como merchandising. Normalmente, se vende la noche del concierto junto a camisetas y otros recuerdos de la banda en cuestión. Creo que con cada vez menos gente comprando copias físicas, estas obras están satisfaciendo la necesidad del público de tener una pieza de diseño de la banda que le gusta".
Como explica Jason Slomine, otro diseñador que, bajo el nombre de Spike Press, se ha forjado un nombre en la escena, "el propósito de los pósters ha cambiado bastante desde que volvieron a ser relevantes. Bandas y promotores, con Internet y otros medios digitales de comunicación, ya no confían tanto en colgar cosas en las paredes, lo que hace que muchas obras pasen directamente a la venta". Para Gina Kelly, diseñadora de vocación surrealista pop y también fotógrafa, el cartel sigue siendo "un medio que se dirige a una audiencia ya interesada, lo que hace que la relación que mucha gente tenga con él sea más personal". Tal vez por eso sea tan fácil que se traspase con extrema facilidad su vocación informativa para entrar de lleno en el terreno del coleccionismo.
Strawberry Luna, artista de filiaciones comiqueras y con una incipiente carrera en el diseño de los artefactos que nos ocupan, recuerda que la difusión de estos afiches topa siempre con ciertas normativas municipales sobre le espacio en el que se pueden mostrar. Los arrancan las fuerzas del orden higiénico de cada ciudad y provocan así que se pierda gran parte de la tirada. "Además", insiste, "no es de extrañar que cada vez más sitios web se dediquen a mostrar los posters y sean utilizados como soporte promocional, porque, la verdad, hay algo romántico en un pedazo de papel tintado con un dibujo colgando de un poste telefónico".
Una de estas webs es GigPosters, que, en palabras de sus fundadores, "es una comunidad internacional en la que se muestran, discuten y promocionan obras creadas por diseñadores de conciertos". La web ha editado un libro en el que se hace un repaso de esta forma de creación, con gran cantidad de obras, biografías de los artistas y hasta 101 reproducciones de carteles preparadas para ser enmarcadas y colgadas en cualquier pared. Actualmente, la web muestra más de 100.000 piezas de casi 9.000 artistas diferentes. Otro buen lugar donde pulsar la actualidad es Flatstock, muestra que acompaña a ciertos festivales estadounidenses y que ha llegado a Europa de la mano de Reperbahn, evento de Hamburgo.
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