24 junio 2009

El hombre invisible

Banksy la monta en Bristol

El grafitero prepara en su ciudad natal la mayor retrospectiva de su trabajo, sin que nadie le haya visto

Banksy reta al espectador desde la entrada. PÚBLICO
NELA DOMENECH - LONDRES - 14/06/2009 08:00

En el fondo, debe ser un sentimental. El artista grafitero Banksy ha montado una exposición con un centenar de obras (pinturas y esculturas), en el histórico edificio barroco del Museo Local de Bristol, en el suroeste de Inglaterra, la ciudad donde se dio a conocer en la década de los ochenta y en la que tiene la mayor ficha policial por los murales callejeros pintados fuera de la ley.

Ahora sus obras se cotizan en el mercado del arte y está reconocido internacionalmente. Sus agentes él continúa manteniendo en secreto su identidad ofrecieron el año pasado al museo esta muestra. La condición para hacerla era que todo debía hacerse en secreto, sin desvelar nada hasta el día en que se abriese al público, el pasado viernes. Durará hasta el próximo 31 de agosto.

Simon Cook, consejero de Cultura del Ayuntamiento de Bristol, cuenta a Público que "en dos días se ha montado todo y sólo lo sabían dos personas del museo; el resto creímos que el centro estaba cerrado para filmar. Ha sido una sorpresa para todos".

Siempre incisivo

Las originales e ingeniosas obras de Banksy se reparten por todo el edificio barroco de piedra grisácea, junto a piezas de arte tradicional. Si el artista conceptual Jeff Koons colocó sus coloridos globos en los majestuosos salones del Palacio de Versalles, ¿por qué Banksy no puede presentar sus retos artísticos en el mayor museo de su ciudad?

Hay en la muestra pinturas agudas e imaginativas, con mensajes de contenido político sobre la paz, la guerra, la libertad, los derechos individuales o los presos de Guantánamo.

Banksy juega con los contrastes y la contraposición de imágenes como, por ejemplo, un paisaje idílico de arte romántico alterado por un elemento urbano y callejero como una cámara de vigilancia o un letrero de "prohibido el paso".

Según la ficha de la Policía de Bristol, el grafitero tiene 35 años, se llama Robert Banks y nació en Bristol. Cook asegura que "ha estado en el museo, pero nadie lo ha visto o, mejor dicho, nadie lo conoce".

La corporación municipal, en boca del consejero, explica que es "una exposición retrospectiva que abarca toda su carrera: desde trabajos de los ochenta, que hacía en Bristol huyendo de la Policía, hasta cuadros recientes".

Unas 75 obras, del centenar que forman la muestra, son pinturas sobre tela que cuelgan por las paredes del museo. El consistorio ha calculado que unas 100.000 personas visitarán el museo mientras Bansky sea el artista invitado, aunque podría tratarse de una cifra conservadora.

Además de las pinturas, Banksy ha llevado algunas de sus esculturas, como la serie de jaulas con animales dentro, y ha utilizado también las piezas del museo para alterarlas. De este modo, la estatua de un león de piedra al estilo tradicional se ha convertido en un mago al añadirle una varita mágica, la capa y el sombrero de copa.

Su serie de animatronics o robots tiene también presencia en la exposición. La entrada principal al museo ya avisa de que esta vez no es arte convencional lo que se enseña. En medio del patio-claustro de entrada, hay una camioneta de venta de helados pintada, junto a un animatronic o policía, en cuya placa identificadora dice "Metropolitan Peacee_SDRq en lugar de "Metropolitan Police". El pesado robot está montado en un frágil caballito de feria.

Mirar a fondo

El visitante tendrá que mirar con ahínco porque algunas obras de Banksy andan camufladas entre Picassos, objetos de historia natural o la sección dedicada a historia de la ciudad. El camuflaje es la especialidad del artista que, en muchas ocasiones, se ha colado en museos para ridiculizarlos. Hace cuatro años colocó, en una sala de arqueología del Museo Británico, una piedra con el dibujo de un hombre primitivo empujando un carrito de supermercado (El hombre de Pe-ckham). Las autoridades del Museo no se dieron cuenta hasta que Banksy avisó a través de su web. El artista debió reír a carcajada limpia.

70 años y mucho ritmo

El último rey del techno

Mawangu Mingiedi, un septuagenario procedente de Congo, asombra a los gurús de la electrónica mundial con su grupo Konono Nº 1, que hoy inaugura el Sónar

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La islandesa Björk, junto al fundador de Konono Nº1
JESÚS MIGUEL MARCOS - Barcelona - 18/06/2009 06:55

Se llama Mawangu Mingiedi, tiene 72 años y vive en Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo (RDC). Conociendo estos tres datos, lo razonable es pensar en un jubilado africano que vive una vida humilde y relativamente apacible acompañado de su familia. Lo increíble sería imaginarle dando un concierto en Nueva York, firmando autógrafos en Tokyo, grabando con Björk o abriendo la 16 edición del Sónar de Barcelona. Pues ahora toca imaginar.

Mingiedi creció en una pequeña población en la frontera entre Angola y la RDC, el antiguo Congo Belga. Su interés era la música, desde niño. Su padre le enseñó a tocar instrumentos tradicionales, normalmente fabricados con madera o con cuernos de animales. No era un virtuoso, pero se manejaba con pericia y años después ya intentaba ganarse la vida tocando en bodas, funerales y también en la calle. Se veía obligado, eso sí, a combinar sus conciertos con trabajos esporádicos, principalmente como conductor de furgonetas.

Cuando estalló la guerra en Angola, huyó con su familia hacia Kinshasa. Corría la década de los setenta, Mobutu gobernaba Zaire -como se conoció a la RDC entre 1971 y 1997-con mano de hierro y el contacto con el exterior era mínimo. A salvo de las balas, pero no del hambre, Mingiedi se lanzó a las calles acompañado de su likembe, un extraño instrumento africano también conocido como piano de pulgar. Consiste en un grupo de lengüetas de bambú adheridas a un resonador de madera. Al presionarlas con los pulgares, rebotan contra el tablero produciendo un peculiar sonido.

El punk africano

En las calles de las pequeñas poblaciones angoleñas donde creció, el likembe resonaba con intensidad, pero en una gran capital como Kinshasa la gente ni se percataba de la presencia de Mingiedi. Le faltaba volumen. Así que de una manera totalmente artesanal, precursora del punk que ensalzaría el hazlo tú mismo, fabricó un nuevo likembe con chatarra. Sustituyó las lengüetas de bambú por otras metálicas que encontraba en desguaces de vehículos. Esto aumentaba la resonancia del instrumento, pero no era suficiente, así que Mingiedi confeccionó unos micrófonos caseros que enchufaba a grandes megáfonos.

El sonido que salía de aquellos likembes eléctricos estaba un poco distorsionado

Con semejante cacharrería y otros músicos amigos, fundó Konono Nº 1 en los setenta. El sonido que salía de aquellos likembes eléctricos estaba un poco distorsionado, pero a Mingiedi no le importaba. Como en la música punk, él lo que quería era que sonara alto y poco a poco aquel ruido le empezó a gustar de verdad.

El repertorio estaba compuesto básicamente por canciones de la etnia Bazombo, puro folclore africano, pero introducido en la batidora sónica de Mingiedi, aquello se transformaba en algo que sonaba a una mezcla de tribalismo experimental y electrónica de vanguardia.

Aquella era una propuesta difícil de entender para la población de Kinshasa. La música no les daba para vivir y, finalmente, Konono Nº 1 se disolvió. Mingiedi fue dando tumbos con trabajos de poca monta hasta que terminó convertido en un vagabundo y desapareció. No se supo de él en más de 20 años.

Una grabación perdida

Justo antes de que Konono Nº 1 agotara su primera vida, realizaron la única grabación de su carrera. Fue gracias a un musicólogo de una radio francesa, que viajó a Kinshasa para grabar a los grupos que tocaban en la calle. Ese disco, titulado Zaire: Músicas urbanas en Kinshasa y grabado en 1978, no fue editado hasta una década más tarde. El álbum llegó a manos de Vincent Kenis y Michel Winter después del año 2000. El primero dirige el sello Crammed, especializado en música africana, y el segundo es mánager de varios grupos del continente negro. Cuando escucharon la canción que Konono Nº 1 había grabado en 1978 se quedaron alucinados."Decidimos ir a buscarlos", relata a Público Michel Winter, actual mánager del grupo. "Fue hace seis o siete años. Estábamos muy interesados en aquel sonido. Volamos a Kinshasa con pocas esperanzas, porque Mingiedi había desaparecido. Poco a poco, de iglesia en iglesia, gracias a gente que había oído hablar de él, le encontramos. Vivía retirado con parte de su familia. Le preguntamos por el resto de miembros de la banda y dijo que no sabía, que algunos habían muerto y otros vivían en Angola. Le planteamos buscar músicos y grabar un nuevo disco de Konono Nº 1 y no se lo pensó dos veces: aceptó". Con ayuda de sus hijos, nietos y gente de su familia, Konono Nº 1 resucitó.

Congotronics, el primer álbum de Konono Nº 1, apareció en 2004. "Músicos que hacían techno y artistas alternativos de todo el mundo, de Japón, Estados Unidos o Inglaterra, se quedaron muy sorprendidos con el disco. Algunos decían que era muy nuevo, que era lo que estaban intentando conseguir con sus ordenadores", explica Winter.
No es una broma: con tres likembes eléctricos, percusiones caseras -con sartenes, cazuelas y capós de coches- y tres cantantes, hay instantes que parecen techno estridente, krautrock experimental e incluso rock industrial bastante marciano. Es el caso de Ungui Wele Wele, Kule Kule Reprise y, sobre todo, TP Coleur Cafe, canciones que se pueden escuchar en el Myspace de la formación (www.myspace.com/konononr1).

Congotronics se convirtió en su visado. Mingiedi nunca había salido de la RDC y, con casi 70 años, comenzó a viajar por todo el mundo al frente de Konono Nº 1. "Para ellos, es un sueño ganar dinero con lo que les gusta hacer. También les sorprende mucho que públicos de lugares tan distintos se interesen por su música, ya que en sus lugares de origen suelen tocar para comunidades muy concretas y reducidas. Por ejemplo, en Kinshasa sólo les conocen en su comunidad", afirma su manager.

El nombre de Konono

Nº 1 circuló entre los gurús de la música electrónica mundial y llegó a oídos de la islandesa Björk, que los invitó a colaborar en su disco Volta (2007). "Evidentemente, ellos no había oído hablar nunca de Björk", puntualiza Winter.

Nº 1 circuló entre los gurús de la música electrónica mundial y llegó a oídos de la islandesa Björk

Como tampoco conocían al grupo de post-punk holandés The Ex, que versionaron un tema de Konono Nº 1 en uno de sus últimos discos; ni de Underground Resistance, pioneros del techno político, que se ofrecieron a colaborar con ellos; ni mucho menos de Tortoise, una de las bandas de rock vanguardista más influyentes de los noventa, con los que estuvieron a punto de hacer una gira que finalmente se frustró por problemas con los visados del grupo.

El año pasado, el grupo se vio obligado a suspender más de 35 conciertos, entre ellos su actuación en el Sónar, porque no les concedieron los pasaportes para salir de su país. "Fue horrible -recuerda su mánager-; nos quedamos en bancarrota. Perdimos muchísimos billetes de avión y para ellos fue un momento muy difícil, porque viven de esto". Pese a que la posición económica de los miembros del grupo había mejorado mucho desde que comenzaron a girar por el mundo, esta cancelación les llevó a situaciones límite. "Mingiedi, que tiene una gran dignidad, llegó a llamarme desde Kinshasa para que le enviara 20 dólares", confiesa Winter.

Pasaporte en mano

Este año podrán completar su gira española sin problemas. A su concierto de hoy en el Sónar de Barcelona, hay que añadir tres fechas más: el sábado, en el Festival Sinsal_7 de Vigo; el 3 de julio, en el Festival Cruilla de Culturas de Mataró (Barcelona), y el 24 de julio, en La Mar de Músicas de Cartagena.

La palabra Konono se utiliza para definir la posición que se adopta cuando uno está asustado

Una gira mundial con Konono Nº 1 debe ser una experiencia muy peculiar. "Siempre están comparando los lugares que visitan con su propio país. Suelen decir: ‘Esto es el paraíso'. Porque donde van todo funciona y está bien organizado. Kinshasa es una ciudad muy caótica: hay cortes de electricidad seis o siete veces al día. A veces duran una hora y otras, una semana. Y estamos hablando de la capital del país", cuenta Winter.

La palabra Konono se utiliza para definir la posición que se adopta cuando uno está asustado, ante el estallido de una bomba, por ejemplo. El efecto de asistir a uno de sus conciertos, auténticas maratones musicales, puede ser similar. Una bomba de ritmo e
intensidad.

Los otros grandes nombres del Sónar

¨Grace Jones, nostalgia de la era ‘disco’
En una de sus escasas concesiones al pasado –al menos en esta edición–, el Sónar contará con una de las divas de la música disco de los setenta. Un icono pop que desplegará una buena ración de ‘hits’ para la pista.

Orbital, un clásico de los noventa
Nombre imprescindible de la electrónica de los noventa y de la IDM (Inteligent dance music), en sus años de gloria lograron seducir tanto a crítica como a público. Vuelven tras cuatro años de inactividad.

Animal Collective, los reyes del nuevo pop
Si hubiera que resumir el pop de la primera década de este siglo con un nombre, ese sería Animal Collective. Electrónica y psicodelia al servicio de unas melodías hipnóticas y esquizofrénicas que beben del espíritu de los Beach Boys sin sonar a revival. Unas bestias.

Cine africano

ENTREVISTA: SOULEYMANE CISSÉ Director de cine

"Suavizo la verdad para avanzar"

GREGORIO BELINCHÓN - Granada - 16/06/2009

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Si parece una odisea sacar adelante una película más allá de las fronteras del imperio de Hollywood, si un director europeo sufre para filmar sus historias, ¿cómo será para alguien de Malí? Duro, muy duro. Souleymane Cissé ha sobrevivido a todo tipo de vicisitudes, a la estancia en prisión por luchar por la libertad de expresión, a gente que le dijo que era imposible hacer cine en su país.

Carlos Boyero

Carlos Boyero

ENTREVISTA DIGITAL - 18-06-2009

Crítico de cine y columnista de EL PAÍS.

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A sus 69 años, el cineasta de Bamako es el creador más importante del África subsahariana. Ganador en 1987 del Premio Especial del Jurado de Cannes con su tercer filme, La luz, este año el festival francés proyectó su sexto trabajo, Dime quién eres, en homenaje a este héroe del celuloide: Cissé es el presidente fundador de la Unión de Creadores y Empresarios del Cine y del Audiovisual de África del Oeste (UCECAO, en sus siglas en francés), una asociación que lucha por crear algo de industria en esa zona de África.

Fuera del cine del Magreb, de la industria de Nigeria -el llamado Nollywood- y de Suráfrica, sólo hay un nombre: Cissé. Y a él no le gusta estar solo. "He trabajado en la UCECAO con mucho gusto, pero me comía mi tiempo como artista. Por eso hace dos años dimití de su dirección. Creo que ahora puedo aportar mucho más como realizador. Pero el objetivo de la organización sigue siendo fundamental: promover el diálogo entre los políticos y el cine, que asuman los sentimientos del séptimo arte. Sin embargo, la lucha es larga y se necesita sangre joven". Cissé huye de la caridad y la benevolencia occidental. "No soy un utópico, porque soy consciente de que dejo huella. Si no me comprometo, ¿quién lo va a hacer? Un distribuidor europeo me dijo: 'Si usted no construye salas de cine en su país, nadie lo va a hacer por usted'. Y llevaba razón. No podemos estar esperando a que nos salve la gente de fuera. A veces es cierto que minimizo la dureza de las cosas para sacar adelante los proyectos. Digamos que suavizo la verdad para avanzar". El cineasta asegura que ya ha llegado el momento de una charla de igual a igual entre gobiernos europeos y africanos por la cultura audiovisual. "Aquí en España tienen cuotas de pantalla. Pues intercambiemos películas. Que en Malí se vea cine español y aquí, africano. Esta apertura también ayudaría a otros problemas, como la inmigración: un mejor conocimiento de las realidades culturales llevará a un mejor conocimiento de las realidades sociales". Por eso está estos días en Granada, en el Festival de Cines del Sur, donde se pueden ver películas de todo el mundo "y amplificar la señal de UCECAO".

Cissé tuvo clara su profesión desde el final de su adolescencia, cuando montó un videoclub en Bamako, y se acentuó tras estudiar cine siete años en Moscú. Comenzó con documentales, algunos subvencionados por el Ministerio de Información de su país, y su carrera ha sido una brega constante por su obra. "Jamás he dudado. Hacer cine en nuestros países es mirar hacia el futuro. Estoy convencido de que va a haber un cambio, aunque tal vez no tenga la suerte de verlo. De aquel joven que fue a Moscú aún queda la convicción". En su obra reflexiona sobre la armonía con la naturaleza, un tiempo circular -muy diferente al tiempo occidental-, siempre detrás de historias de la vida diaria que enganchan al público. Y el resultado es universal.

Sin rasgarse las vestiduras, pero siendo muy consciente de dónde ha nacido, Cissé piensa qué hubiera pasado si hubiese nacido en Europa: "Llevo 35 años de carrera profesional y sólo he hecho seis películas. En otro continente, hubiera hecho 25 filmes. El cine no pertenece a la cultura africana, es obvio, pero después de todas estas décadas hoy nadie puede decir que un africano no puede filmar una película. No tenemos las políticas, es cierto, pero ya rodamos". ¿No merece la pena acabar con otras penurias más que producir cine? "El desarrollo cultural es prioritario, porque antes de comer hay que enseñar a sembrar. No queremos limosnas. En Malí tenemos una increíble cultura musical y teatral, y sin embargo pasamos hambre. No hemos sido capaces de entrelazar el desarrollo social, educativo y cultural. La cultura provoca orgullo, y de ahí saldrán sociedades fuertes y desarrolladas. No queremos caridad europea ni que Cannes nos trate con benevolencia, sino que escojan nuestras películas sólo porque son buenas".

Martin Scorsese le ha enrolado en su World Cinema Foundation dedicada a la preservación del cine. "Martin me invitó a Los Ángeles a conocer a personas clave. Un productor me confesó su admiración porque con pocos medios hacíamos grandes películas, y ellos de 100 filmes sólo estrenan un par decentes. Pero no envidio su dinero: cada creador debe buscar su financiación. Mi papel en la WCF es apoyar su labor y aconsejar sobre las posibles películas que merecen la pena restaurar". Cissé prosigue infatigable en todos sus frentes."Sólo he hecho seis películas. En otro continente habría hecho 25"

23 junio 2009

50 dólares por un cd virgen y 50 fotos de David Lynch

El disco de moda no se puede comprar

Danger Mouse, influyente productor, vende un CD virgen en un estuche de lujo tras una riña legal con EMI

DIEGO A. MANRIQUE - Madrid - 20/06/2009
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A pesar de que el título haga referencia a San Juan de la Cruz, parece una broma dadaísta. Dark night of the soul es la última ocurrencia del productor Danger Mouse, más conocido como la mitad del dúo Gnarls Barkley. Dos opciones para su compra: por 50 dólares (35,79 euros), como un libro con 50 fotos del cineasta David Lynch; por 10, como un cartel. En ambos casos, el material impreso viene acompañado por un CD. Pero, atención, se trata de un disco virgen, con el siguiente aviso: "Por razones legales, este CD-ROM no contiene música. Úselo como usted desee".

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Está implícita la invitación a utilizar el disco para descargarse gratuitamente las 13 canciones que constituyen el corazón del proyecto Dark night of the soul, una colaboración entre Danger Mouse y el rockero alternativo Sparklehorse. Durante dos años, ellos crearon piezas instrumentales, la mayoría en una onda de lánguida psicodelia, que luego hicieron circular entre sus conocidos, a los que se ofreció aportar voces. Al final, se apuntaron Black Francis (The Pixies), Iggy Pop, Gruff Rhys (Super Furry Animals), los Flaming Lips, Jason Lyttle (Grandaddy), Suzanne Vega, Julian Casablancas (The Strokes), Vic Chesnutt, Scott Spillane (The Gerbils), James Mercer (The Shins), Nina Persson (The Cardigans), el mismo David Lynch y Mark Linkous (que es el nombre real de Sparklehorse).
Un intrigante reparto, especialmente atractivo para el sector indie del público. Y aquí, cuando entró el mercado en la ecuación, comenzaron los problemas. Tanto Sparklehorse como Danger Mouse están o han estado unidos contractualmente con la multinacional EMI, que también detenta los derechos discográficos de varios de los invitados. En el caso de Danger Mouse, no es una cuestión académica: como parte del dúo Gnarls Barkley, logró un pelotazo mundial con el atormentado Crazy (el tema fue comercializado por otra multinacional, Warner); aunque su siguiente lanzamiento haya pinchado, se sabe que tiene el toque dorado y, de hecho, ha vendido sus servicios como productor a EMI para varios proyectos de Damon Albarn.
Aparentemente, hubo negociaciones para editar Dark night of the soul a través de EMI. No se llegó a un acuerdo y Danger Mouse tiró por la calle del medio: conocedor de los mecanismos promocionales, dejó que creciera la bola alrededor de Dark night of the soul y puso la música a disposición de los internautas. Se beneficia de la debilidad actual de EMI, cuya imagen pública está muy deteriorada tras las rupturas con artistas como Radiohead o Paul McCartney. La compañía ha respondido mansamente, explicando que siguen en conversaciones con Danger Mouse y que no renuncia a una posible edición física de su trabajo.
En realidad, Danger Mouse está recreando la polémica que le dio a conocer: en 2004, soltó en la Red el llamado Álbum gris, una colección de injertos que combinaban elementos del Álbum blanco de los Beatles y el Álbum negro del rapero Jay-Z. La posibilidad de conseguir los permisos para comercializar el Álbum gris era tan remota que Danger Mouse ni siquiera lo intentó. Sencillamente, esperó a que EMI, como depositaria del legado de los Beatles, pidiera su retirada. Algo a lo que Danger Mouse accedió, sabiéndose vencedor: para entonces, su Álbum gris estaba disponible en infinidad de rincones de Internet y fueron millones las personas que se apresuraron a bajárselo.
Danger Mouse se deleita en su imagen de David digital enfrentado al gigante discográfico. Según sus declaraciones, el presente Dark night of the soul tuvo un presupuesto mínimo y no contó con adelantos de EMI o de otra compañía. Tanto Danger Mouse como Sparklehorse trabajaron en sus estudios caseros; las estrellas invitadas, conscientes de la peculiaridad de la propuesta, no cobraron (y, hemos de creer, nunca plantearon pedir un porcentaje de los posibles ingresos). Con falsa ingenuidad, Danger Mouse asegura que espera recobrar gastos con la venta de esos libro-discos sin música, de los que se han hecho 5.000 ejemplares numerados, inevitablemente convertidos en objeto codiciado y apto para especular. También alega la coartada artística: las fotografías de Lynch están expuestas en una galería de Los Ángeles.
En realidad, como ocurrió con In rainbows, el disco de emancipación de Radiohead, se trata de generar una parábola mercadotécnica, más que un modelo de negocio. El eco mediático garantiza una notoriedad muy rentable en estos tiempos de enfrentamiento general con las discográficas establecidas; los siguientes que intenten repetir la jugada comprobarán que los frutos del fenómeno se han reducido. De hecho, casi nadie recuerda que Danger Mouse y Sparklehorse ya trabajaron juntos en 2006, en un disco titulado Dreamt for light years in the belly of a mountain, que pasó desapercibido, a pesar de contar con la presencia -la aprobación- de Tom Waits.