31 enero 2009

Manifiesto por las músicas populares

Manifiesto por las músicas populares
EFE EME | 28/01/2009
Las entidades dedicadas a las músicas populares Asociación Estatal de Salas de Música en Directo (ACCES), la Asociación de Promotores Musicales (APM), la Asociació Profesional de Representants, Promotors i Managers de Catalunya (ARC), la Asociación de Representantes Técnicos del Espectáculo (ARTE), la Red de Organizaciones de Autores e Intérpretes de Música (ROAIM) y la Unión Independiente de Promotores de Música (UNIPROM) han presentado un manifiesto y un libro bajo el título “Por una Ley de la Música. Todas las Músicas son Cultura”. Los firmantes del manifiesto piden una ley “que dignifique la música popular con criterios de calidad, diversidad e independencia”.



A continuación reproducimos el manifiesto:


POR UNA LEY DE LA MÚSICA
TODAS LAS MÚSICAS SON CULTURA




MANIFESTAMOS:

Que existe un trato de no igualdad e indiferencia hacia la música en relación a otros sectores culturales, como puede ser el teatro o el cine.

Además, la música popular no está considerada cultura ni existe una regulación cultural de la misma.

Nunca ha habido una ley de la música y todos los que trabajamos en este sector, sobre todo del directo, sentimos una indefensión que va, desde un trato discriminatorio a los artistas y músicos en general, hasta una indefinición asombrosa para los profesionales y las salas de música en directo.

Que, en cambio, el sector de la música popular está compuesto por un conglomerado rico y complejo, con una importantísima iniciativa privada y diferentes estamentos que la hacen posible:

.- Una importante base artística, compuesta por autores, intérpretes, músicos y artistas.

.- Varias entidades de gestión de derechos.

.- Una industria discográfica, actualmente en fase de remodelación.

.- Los conciertos, de gran importancia cultural, de comunicación artística, de generación de empleo y de creación de nuevos públicos.

.- Y un público con demanda creciente de calidad y diversidad musical.

Por ello RECLAMAMOS:

Una Ley de la Música:

a) Que reconozca que todas las músicas son cultura y que garantice al público el derecho constitucional de acceso a la cultura y el de la libertad de expresión a los creadores.

b) Que dignifique la música popular atendiendo a los criterios de calidad, diversidad cultural e independencia, capaz de potenciar y defender el mercado nacional, entendiendo por éste la música que surge dentro del Estado español.

c) Que contemple normas de excepción cultural en pro de la pluralidad cultural.

d) Que regularice el sector desde un punto de vista cultural, regulando las competencias de las diferentes administraciones.

e) Que marque un modelo de gestión sobre las músicas, coordinando todos los organismos que afectan al fomento de las mismas.

f) Que propicie la creación del Estatuto del Músico, con el fin de dignificar su condición.

g) Que se potencie la creación de un Código de Buenas Prácticas dentro del sector.

h) Que se cree un convenio artístico que regule la especificidad del sector: colegiación de profesionales, marcos de actuación, seguridad social de artistas, etc.

i) Que se cree una licencia homologada para las salas de música en directo que considere la labor cultural de estos espacios.

A nuestros representantes en las administraciones y a los legisladores,

EXIGIMOS:

Que se lleven a cabo las medidas ejecutivas y legislativas necesarias para llevar a la práctica las reclamaciones enumeradas anteriormente y apoyaremos las iniciativas que se propongan desde el INAEM, desde el ministerio de Cultura y el resto de Instituciones Públicas, siempre y cuando vayan en esta dirección.



Desde aquí puedes conseguir el libro Por una Ley de la Música. Todas las Músicas son Cultura, en PDF.


Para obtener información o adherirte al manifiesto, pincha aquí.

45 € por libro escaneado sin permiso

Cómo reclamar a Google si su libro ha sido escaneado sin permiso

El gestor español de derechos de reproducción (CEDRO) publica el procedimiento para que los editores y autores puedan recibir una indemnización

ANTONIO FRAGUAS - Madrid - (El País) 30/01/2009
Vota


Resultado Sin interésPoco interesanteDe interésMuy interesanteImprescindible 30 votos
Imprimir Enviar
Las instrucciones para que los editores y autores españoles reclamen las posibles indemnizaciones que les puedan corresponder por la digitalización no autorizada de sus obras que ha llevado Google (dentro de su proyecto Google Books) en Estados Unidos en los últimos años están disponibles desde hoy en la página web del Centro Español de Derechos de Reproducción (CEDRO).
La entidad ha enviado a sus socios estas instrucciones, que deberán ser cumplimentadas antes del 27 de febrero. CEDRO recuerda que los interesados también pueden realizar la reclamación de manera individual.
Este proceso de reclamación se enmarca dentro de un acuerdo extrajudicial alcanzado por Google y el gremio de autores de EE UU. Dicho acuerdo, que deberá ser ratificado por un juez el próximo mes de junio, tiene alcance universal.
El pacto establece una indemnización mínima de 45 euros (60 dólares) por cada obra digitalizada sin permiso. También contempla acuerdos para la futura explotación de las obras y el reparto de los beneficios por la inserción de publicidad en las páginas virtuales de los libros.

28 enero 2009

Adiós al papel

Los grandes de las letras hispanas se digitalizan

La agencia de Carmen Balcells, con Marsé, Goytisolo y García Márquez, vuelca sus autores en la web Leer-e

EFE - Madrid - (El País) 27/01/2009
Vota


Resultado Sin interésPoco interesanteDe interésMuy interesanteImprescindible 105 votos
La obra de autores como Camilo José Cela, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Miguel Delibes, Julio Cortázar, Juan Marsé y Juan Goytisolo se publicará en formato electrónico mediante el proyecto Palabras mayores, impulsado por la agencia literaria de Carmen Balcells. El proyecto pondrá a la venta en internet la obras de autores que pertenecen a la agencia de Balcells, entre los que figuran también Rosa Montero, Terenci Moix, Alfredo Bryce Echenique, Manuel Vázquez Montalbán, José Luis Sampedro y José Angel Valente.
Juan Goytisolo Gay

Juan Goytisolo Gay

A FONDO

Nacimiento:
06-01-1931
Lugar:
Barcelona
Mario Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa

A FONDO

Nacimiento:
28-03-1936
Lugar:
Arequipa
Gabriel García Márquez

Gabriel García Márquez

A FONDO

Nacimiento:
06-03-1928
Lugar:
Aracataca
Juan Marsé

Juan Marsé

A FONDO

Nacimiento:
08-01-1933
Lugar:
Barcelona

La noticia en otros webs

Las obras de estos autores irán apareciendo en la página web de la empresa navarra Leer-e, en la que se pueden encontrar ya títulos como Relato de un náufrago, de García Márquez; Viaje a la Alcarria, de Cela; y El camino, de Delibes, al precio de 4,99 euros. La iniciativa "supone un importante punto de cambio en el mundo editoral", según ha destacado Leer-e en un comunicado en el que señala que los e-book -un aparato similar a la PDA, con capacidad para contener cientos de libros- "se irán introduciendo en un gran número de librerías y de puntos de venta en todo el territorio nacional" durante este año.
Los libros electrónicos pueden leerse a través de la pantalla del ordenador, aunque el e-book no cansa la vista y "recrea la sensación de leer en papel, contribuyendo además al medio ambiente por el gran ahorro de papel que supone", según Ignacio Latasa, cofundador de Leer-e.

y la historia podría ser otra

El 'waterloo' de la industria musical

Un libro detalla una década de errores cometidos por las discográficas

DIEGO A. MANRIQUE - Madrid - (El País) 28/01/2009


Resultado 305 votos

Nos hemos acostumbrado a leer impávidos las crónicas del desastre de la industria musical, derrotada por las descargas ilegales. Asombra saber que pudo ser de otro modo. El 15 de julio de 2000, hubo una reunión en Sun Valley (Idaho) entre accionistas de Napster, promotores del intercambio de archivos MP3, y los jefes de Universal, Sony y otros disqueros.

Con un año de existencia, Napster se acercaba a los 22 millones de usuarios, todo un fenómeno en Internet; hasta Madonna quería invertir en la empresa. Sin embargo, había sido demandada por la industria de la música grabada. Entre bambalinas, se intentaba llegar a un acuerdo extrajudicial. Tenía sentido: las encuestas revelaban que los adeptos a Napster aceptarían pagar una modesta suscripción mensual. Pero la cumbre en Idaho resultó un fracaso: Napster ofrecía ir a medias con las disqueras, pero éstas exigían más del 90% del pastel.

Las editoras sabían que, con la ley en la mano, eran propietarias de la mayor parte del material que fluía por la Red. Acertaron: pocas semanas después, una juez de San Francisco dictaminaba que no se podía permitir el intercambio de canciones con copyright. Napster se hundió, aunque hubo un intento posterior de relanzarlo como servicio legal. Las discográficas desecharon la oportunidad de subirse a un fabuloso modelo de negocio (y un extraordinario instrumento de mercadotecnia). Pasarían años antes de que la industria musical asumiera las nuevas pautas de consumo y fuera capaz de vender descargas; lo hicieron tan mal que un intruso como Apple se impuso con iTunes y el iPod. Para entonces, se habían multiplicado las redes P2P, habituando a centenares de millones de personas a bajarse música -y películas- gratis.

Es una de las historias ejemplares que cuenta Steve Knopper en el libro Appetite for self-destruction, recién publicado en EE UU. El subtítulo resume su argumento: "El espectacular fracaso de la industria del disco en la era digital". Knopper, redactor de Rolling Stone, no es un fundamentalista que quiera abolir el derecho de propiedad intelectual. Hasta manifiesta nostalgia por los tiempos locos de las disqueras.

Knopper recuerda que la industria vivió años de vacas increíblemente gordas entre 1984 y 2000, gracias a una afirmación discutible y una clara mentira: convencieron al público de que el CD era un soporte superior al elepé y que su fabricación era más cara. Se multiplicó por dos el precio de un lanzamiento y se persuadió al público a pagar el doble por música que ya poseía en vinilo. Además, se desatendió conscientemente el mercado del single (es decir, la canción suelta) para potenciar el disco largo, abundante en rellenos pero más rentable.

La consiguiente lluvia de millones, unida a la euforia desatada por megaéxitos como Thriller, logró que se perdiera todo sentido de la proporción. Se firmaron contratos tan generosos -Prince, REM, Springsteen, el propio Michael Jackson- que resultaban ruinosos si el artista vendía menos de 10 millones de copias de cada nuevo título. La estética dominante fue la de grupos prefabricados de chavales guapitos, muñecas, tenores volcados al pop, raperos de diseño.

En ese proceso, la industria fue enemistándose con los consumidores más exigentes. Hasta los mismos creadores se olvidaron de quién les había colocado allí. Knopper personifica en Metallica la pérdida de contacto con la realidad: contagiado por la histeria desatada por Napster, el grupo fue persuadido para que demandara a los fans que se intercambiaban su música. Desde entonces, el negocio discográfico ha ido encadenando errores que degradan aún más su imagen: saber que en las cárceles españolas están docenas de manteros hace difícil simpatizar con las desdichas de una industria llena de simpáticos pícaros que, por decirlo suavemente, nunca se preocuparon por la moralidad de sus actos.

Último parte

- El informe de Promusicae -la patronal del sector- correspondiente a 2008 hecho público ayer confirma que el consumo de soportes físicos ha descendido en un 12,4%. Los ingresos de las empresas de Promusicae suman 225,2 millones de euros, la tercera parte de lo que vendían a principios de siglo. No se compensa con el negocio digital, que sube -8%- pero más lentamente que en el resto de Occidente: sólo alcanza los 29,2 millones de euros. Todos, grandes y pequeños, llaman la atención sobre la implacable destrucción del tejido comercial: desaparecen las tiendas de discos y se reduce el espacio musical en las grandes superficies.

Yo cobro, a mi que me importa

Luis Lozano, delegado de la SGAE en Andalucía, llama «mataos» a los autores falsos del Carnaval de Cádiz
«Cobramos el 10% de la taquilla, haya 2 ó 200 obras registradas»
Uno de los coros que participaron en una de las pasadas ediciones del Carnaval de Cádiz /ABC
Publicado Miércoles, 28-01-09 a las 18:50
El director de la Delegación de la SGAE en Andalucía, Luis Lozano, ha confirmado la noticia publicada por ABC sobre el cobro de los derechos del Carnaval de Cádiz en representación de autores falsos, aunque matizó que a la SGAE le da igual cuántas obras de cuantas se interpretan en el Gran Teatro Falla estén registradas.

«Nosotros cobramos el 10% de la taquilla (sin IVA) y nos da igual que haya 2 ó 200 obras registradas», declaró Lozano para explicar que la SGAE no necesita que ningún impostor registre una obra no protegida para recaudar en un teatro. La clave es que ese porcentaje de taquilla se reparte después entre los autores cuyas piezas se han reproducido en el escenario, por lo que la inscripción de obras de dominio público por autores falsos perjudica a los auténticos compositores, que deben repartir la recaudación con impostores.
No hay fórmula jurídicaEn esta cuestión, Lozano también es claro: «No hay fórmula jurídica para impedir que una persona registre una pieza musical si así lo afirma en su declaración jurada, salvo que sea muy evidente. No hay forma legal de pararlo». Según el delegado de la SGAE en Andalucía, sólo hay un camino para solucionar este problema: «Sólo actuamos si se produce una reclamación. Rápidamente abrimos un expediente y citamos a las dos partes en una reunión donde se alcanza una solución. Si el denunciante demuestra que la copla es suya, se le retira al impostor todo lo que haya cobrado indebidamente y se le paga al legítimo dueño».

No obstante, Lozano resta importancia a este detalle porque «en los últimos 30 años apenas se han dado una veintena de reclamaciones en el Carnaval». Sin embargo, el delegado es duro con los impostores: «No suele haber mucha gente que se apropie de letras que no son suyas, sólo algunos “mataos” que se quieren aprovechar de otro».
Hay muchos casos de registros de obras de autores de principios del siglo XX por autores actuales. Un caso llamativo es el de «Los anticuarios», un coro de 1905 cuyas piezas están registradas por uno de los autores más sonados del Carnaval en la actualidad, Manuel Santander, y por Augusto Butler. «Imagino que son adaptaciones -dice Lozano- y no hay problema siempre que tenga el permiso del autor».

Ejemplos curiososEl creador de «Los anticuarios» fue Antonio Rodríguez Martínez, el Tío de la Tiza, que falleció en 1912. Él también es el autor de «Los lilas», de 1903, que en la base de datos del repertorio de la SGAE aparece registrado de la siguiente forma: «Rodríguez». A secas. Sólo hay un dato más, aunque bastante escueto: «Año 1903. Couplets».
Otro ejemplo curioso es el de la pieza «Los duros antiguos», un tanguillo de la agrupación «Las viejas ricas» que hoy se conoce directamente como «Tanguillo de Cádiz». En el Registro de la Propiedad Intelectual esta obra aparece inscrita con fecha del 7 de agosto de 1970 con la atribución de «popular», aunque el que fue gerente de la Unión Musical Española, José Juan del Águila, también tiene registrada una adaptación. Incluso existe una tercera entrada a nombre de Juan David Grecos el 17 de octubre de 1977, ya que éste escribió la partitura de la obra.

Sin embargo, en la base de datos de la SGAE hay siete registros, de los cuales cuatro atribuyen la pieza a autores concretos mientras que los otros tres son adaptaciones. De estas tres versiones, dos coinciden con las del Registro de la Propiedad Intelectual y la última está dada de alta por Genaro Monreal. Las demás están a nombre de autores como Florencio Ruiz Lara, más conocido artísticamente como Flores el Gaditano, un cantaor que grabó la pieza pero que, como aclara el Registro de la Propiedad Intelectual, para quien la obra es «popular», no es el autor de la misma.

26 enero 2009

La música y la administración

La música no es cultura

LUIS HIDALGO (El País) 25/01/2009
Vota


Resultado Sin interésPoco interesanteDe interésMuy interesanteMuy interesante 26 votos
Imprimir Enviar
La música es ese sonido de fondo que se regala por fiestas, atañe a los jóvenes y no acaba de tener suficiente entidad cultural, amarrada por el ocio y por las cancioncillas de la radio. O al menos eso parece desprenderse de buena parte de la política cultural que aplican nuestras administraciones.Aunque, reconozcámoslo, hay excepciones, músicas que sí son cultura. Una: la de los cantautores que musican poemas o se comprometen con la realidad social. Dos: el jazz, ya que una música que no se puede tararear con facilidad debe ser artística por narices. Tres: la música clásica, reverenciada a menudo por mera incomprensión, por un simple afán conservacionista que la sitúa a la altura del lince ibérico.
Hay más excepciones, porque la música, esa música ligera, la que usan los hijos para dar la tabarra -pobres indocumentados, no adoran a Serrat- sólo tiene relieve cuando se trata de preservar un idioma, una identidad nacional o una ideología. En esa perspectiva, tanto el Gobierno central, siempre a vueltas con Miguel Ríos y Ana Belén -para frivolizar cuentan con Bosé-, como el autónomo, empeñado en deslumbrar a Cataluña con su propio ombligo, han coincidido en parejos perfiles de estrechez. En suma: la música sólo es cultura cuando hay un ascua ideológica que la calienta. Tampoco es negocio, o sólo cuando se menta el pirateo, el consecuente y desconsolado llanto de la SGAE o el de esa industria discográfica que no quiso adaptarse a los tiempos cuando éstos aún no la habían atropellado.
En los demás casos el negocio es sólo hostelero, de suerte que los locales de conciertos son antes que nada bares y, en consecuencia, son tratados así. Y si no es ni negocio ni cultura, ¿para qué preocuparse por la formación de las decenas de empleos periféricos vinculados a la música, hoy pasto de los autodidactas? ¡Ah!, y la educación se solventa enseñando a tocar la flauta. Por ello no debe extrañar que en el Consejo de las Artes no haya nadie vinculado a la música. ¿Para qué, si Raimon sigue vendiendo discos y Sisa fue pregonero de la Mercè? ¿Qué quieren estos músicos?, ¿no tienen bastante con el uso de su nombre para denominar un postre?

Cierran más tiendas de discos

Tan listos, tan rencorosos

DIEGO A. MANRIQUE (El País) 26/01/2009

Vota
Resultado Sin interésPoco interesanteDe interésMuy interesanteImprescindible 73 votos
Imprimir Enviar

El ciberespacio está triturando las tiendas de discos: en pocos días, me entero del colapso de varios establecimientos de los que conservaba gratos recuerdos. En Londres, desaparece Sister Ray, que tenía el stock más ecléctico del Soho. Ninguna broma: en cinco años, las 1.500 tiendas independientes británicas han quedado reducidas a la cuarta parte. Resultado: hundimiento de distribuidoras indies como Pinnacle y asfixia para las disqueras modestas, que se plantean dejar de editar singles físicos, su gran baza en un país donde las listas de éxitos son una pasión nacional. Otros desastres. En Nueva York, anuncian para abril la clausura de la megatienda Virgin en Times Square, tan cómoda por sus horas y su situación. Y un amigo de Barcelona me avisa que la cadena Castelló ha presentado suspensión de pagos.

La noticia en otros webs

Un amplio sector de la población celebra todo lo que signifique dificultades para el negocio musical

Intentando confirmar esa última noticia, entro en Internet. Efectivamente, estaba cantado: en un año, Castelló ha perdido el 25% de ventas. El futuro de sus 10 tiendas en Cataluña queda en manos de los acreedores, que pueden aceptar una fórmula de continuidad u optar por liquidar las existencias. Pero la búsqueda me lleva a foros donde se comenta la mala nueva y me quedo boquiabierto.

Se supone que Castelló es una institución barcelonesa: en activo desde 1933, hasta tiene la Medalla de Oro de la Ciudad. Dicen que marcó tendencia en la rehabilitación del Raval al reinventar Tallers como la calle de los discos. Sin embargo, en los foros ni siquiera hallas comprensión por la situación de sus 53 trabajadores; más bien, un deleite no disimulado. Existe una guerra abierta entre la industria discográfica y la gran masa que ha decidido que la música debe ser gratuita. Aunque entienda sus motivaciones, me asombran esos pirómanos que celebran todo lo que signifique dificultades para el negocio musical. Aparentemente, piensan que el cierre de Castelló supone noches de insomnio para Teddy Bautista y Alejandro Sanz.

Se declaran melómanos pero parecen creer que la música brota como las setas, sin necesidad de abono monetario. Para ellos, la industria es un dinosaurio que no supo adaptarse a las nuevas tecnologías y se merece todas sus desdichas: que sufra antes de evaporarse. Pueden ir de ácratas pero ejercen de justicieros del mercado libre, corifeos de la Escuela de Chicago.

Así que los foros se llenan de argumentos demagógicos, de gente harta de "artistas que llevan sus fortunas a paraísos fiscales". Algún listo sugiere que vendan discos de "grupos menos conocidos, de esos que no tienen 20 managers robando". También aparecen los sarcasmos: "Que pidan ayuda a la SGAE, que no sabe qué hacer con los millones del canon". En honor a la verdad, hay atisbos de mala conciencia: los que se escudan en que los dependientes de Castelló eran antipáticos y que tenían precios caros.

Para muchos, me temo que caro y antipático es todo lo que cueste por encima de un CD virgen y obligue a desplazarse: puede que nunca hayan entrado en una tienda de discos ni tengan intención de hacerlo. Se han acostumbrado a disfrutar de la música subvencionada.

Sí, sub-ven-cio-na-da por esa minoría que todavía adquiere discos y así mantiene el tembloroso tinglado de empresas que continúan produciendo música, importando, recopilando y promocionando música.

[Quién necesita a esos musiqueros, oigo teclear: no saben que, zas, todo llega mágicamente a la Red]

.

21 enero 2009

Los medios dicen mentiras y los usuarios ven realidades

La entidad de gestión «no es perfecta y nunca lo será», pero el presidente de SGAE afirma que «lo hacemos lo mejor posible» y que pedirá ayuda al Defensor del Pueblo, porque se siente indefenso
Teddy Bautista: «Todo ese discurso de la cultura libre es co-mu-nis-mo»
El presidente del Consejo de Dirección de la SGAE, Eduardo Bautista / EFE
Actualizado Miércoles, 21-01-09 a las 14:16
Eduardo Bautista, presidente de la SGAE, se ha acercado un año más al Midem, la feria del negocio musical que se celebra en Cannes (Francia). La crisis está en boca de todos, pero en una conversación con el máximo responsable de la sociedad que gestiona los derechos de autor en España también resulta inevitable hablar de aquellos asuntos que día sí, y día también, surgen en los medios de comunicación, en términos por lo general poco favorables a su sociedad, algo de lo que Teddy Bautista hace responsable, en buena medida, a la prensa.
—Aquí, en el Midem, se masca la gran preocupación del sector acerca del futuro. ¿Cómo lo ve usted a medio plazo?
—La música impregna nuestra vida, y por eso seguirá teniendo una presencia masiva, pero no va a ser como hasta ahora. Se llevará colgada en el cinturón. Y va a ser también un periodo de mucha música en directo. Hablo de la música en los pubs y en las sala pequeñas. Eso diferenciará el artista de laboratorio del de talento. Ese terreno presenta grandes oportunidades, pero habría que revisar la legislación, y conseguir que los ayuntamientos y las instituciones locales, en lugar de poner obstáculos, faciliten la presencia de la música.
—A la industria el cambio de modelo de negocio le ha sobrepasado ¿No le ha ocurrido lo mismo a la SGAE?
—En cierta medida sí. Hemos tenido que adaptarnos a estos cambios en muy poco tiempo, y todavía no ha terminado el proceso.
—¿Por qué tiene esos problemas de imagen la SGAE?
—Lo primero es que no hemos sabido vender nuestra realidad. Teníamos que haber dedicado más tiempo a explicar lo que hacemos y cómo lo hacemos. Pero el otro elemento clave es la cantidad estratosférica de mentiras que los medios han publicado sobre nosotros, y sin rectificaciones. Me parece muy bien que el medio ejerza la crítica, pero cuando se habla de la SGAE se confundo información con opinión. Y además se produce una segunda circunstancia muy grave, y es la «contrastación» de la noticia. ¿Por qué dan noticias constantes sobre nosotros sin contrastar su veracidad? Si cualquiera dice algo de la SGAE, inmediatamente se extiende como un reguero de pólvora y todo el mundo lo reproduce sin contrastar. Después hay un tercer efecto pernicioso, y es que cuando ganamos un pleito y se condena al infractor, esa noticia no es divulgada. Llega un momento en que te sientes indefenso. Hace poco decía también a ABC que íbamos a tener que ir al Defensor del Pueblo a que nos dé amparo. Lo dije así como una expresión coloquial, pero después hemos visto que puede que los servicios del Defensor del Pueblo pueden considerar que se vulnera la presunción de inocencia, que es parte del sistema legal, y segundo, que cuando pedimos rectificaciones no se cumple la ley de prensa, es decir, o no se publica o no guarda proporción entre el tamaño de la noticia errónea, y el tamaño de la rectificación. Sé que la SGAE no es una organización perfecta, y que nunca lo será, porque tratamos con un elemento complejo, que cambia mucho en el tiempo, pero desde luego, que se nos reconozca que lo hacemos lo mejor posible.
—¿No ha habido un exceso de celo? Cuando el lector lee que se cobra derechos de autor a un autobús escolar, al lector le chirría.
—Si al final las noticias de la SGAE son solo esas, mal asunto. No estamos hablando de un servicio gratuito. Es una empresa de autobuses que cobra por llevar niños. La empresa no tiene obligación de poner música. El Corte Inglés, ¿por qué pone música? Pues porque todo el mundo se siente mejor cuando escucha música. La SGAE se excedería en su celo si cobra en España más que lo que cobran en Italia, en Holanda, en Francia... Cualquier país europeo me sirve de comparación. Y eso vale para lo de las bodas y todas esas noticias que salen. Nosotros estamos haciendo lo que la ley nos exige, trabajamos con una licencia del ministerio de cultura, y la ley explica lo que las sociedades de gestión colectiva tienen que hacer. Me gustaría que algún periodista hiciera un análisis comparado de lo que hacen las sociedades europeas, y podríamos decir que si somos unos buitres o que nos extralimitamos. Pero puedo decir que cualquier análisis comparativo nos beneficia, nuestras tarifas están o en la media o por debajo de la europeas.
—Otra medida conflictiva es la del canon.
—Lo que pasa es que la opinión que se transmite es la de los que no lo tienen claro. Cuando la AETIC (Asociación de Empresas de Electrónica, Tecnologías de la Información) y la sociedad de internautas y todos estos ponían el grito en el cielo diciendo que iba a encarecer estos productos... y hemos visto que en realidad han bajado de precio, a pesar de sostener la remuneración por copia privada. Porque cada uno de esos productos tiene un margen de beneficio que permite asumir este coste. Las cifras de 2008 aparecidas en el decreto ministerial suman para todos los derechohabientes de la copia privada 118 millones de euros. Es poquísimo si se compara con el volumen de negocio que estos sectores suman. Hablamos de más de cien mil millones de euros. Es una cantidad residual. ¿Realmente había que montar el número que se ha montado? ¿Con un debate televisivo donde el candidato de la oposición le pregunta al presidente sobre el canon de la copia privada, y no sobre la corrupción inmobiliaria, sobre la ley de financiación de los partidos o sobre la violencia de género?. Pues no, tienen que ponerse a hablar sobre el canon, que ahora se ha demostrado que ni daña, ni distorsiona el mercado. ¿Cuantos ríos de tinta se han dedicado a despotricar contra la SGAE, a mentir descaradamente? Todo este discurso de la cultura libre, si es tan progresista como parece, la izquierda tendría que reivindicar la vivienda libre, la comida gratuita, la educación, la asistencia sanitaria, la ropa... cuando todo eso sea gratis, a lo mejor los artistas tampoco quieren cobrar por su trabajo, pero eso se llama co-mu-nis-mo. Mientras la leyes fundamentales no cambien, eso seguirá así.
—¿La industria vio a un enemigo en internet?
—La industria se equivocó al mantener el mismo modelo de negocio. El tiempo y el espacio ya no existen como límites. Si lo hubieran entendido hace cinco años antes, la situación sería hoy muy distinta. Aquí, quienes han estado ganando más dinero son los Carrefour, El Corte Inglés, la Fnac, porque sólo ponían el espacio. Se desarrolla el ataque virulento contra el precio de las cosas, y todo el mundo ataca a las compañías, y nadie cuestiona el 40 por ciento de margen de venta de El Corte Inglés, por poner un ejemplo. Pero afortunadamente ya no hace falta El Corte Inglés. La red llega incluso a donde no llega El Corte Inglés, que como todo el mundo sabe es omnipresente, omnipotente y el negocio perfecto. Pues la red es mejor todavía que El Corte Inglés.

Las descargas aumentan

Siete millones de españoles descargan música gratis por internet

Estas cifras, que llegan en la clausura del MIDEM, la feria más importante de la industria musical, revelan que se ha producido un alza de un 116% con respecto a 2006

  • EFE, Cannes (Francia) (Adn.es)
Según estos datos, cada internauta se baja una media de 25 melodías al mes

Unas siete millones de personas de entre 14 y 70 años, es decir, el 19,7% de la población española, reconoce haber descargado música por internet en los últimos tres meses, según un informe difundido hoy en la feria musical MIDEM.

El número de archivos musicales descargados entre el segundo semestre de 2007 y el primer semestre de 2008 alcanza casi los 1.900 millones de canciones, según el estudio del Centro de Investigación del Mercado de Entretenimiento y la Cultura (CIMEC) dado a conocer en Cannes.

Según estos datos, cada internauta se baja una media de 25 melodías al mes.

Estas cifras, que llegan en la clausura del MIDEM, la feria más importante de la industria musical a nivel mundial que se celebró en Cannes (Francia) del 18 al 21 de enero, revelan que se ha producido un alza de un 116% con respecto a 2006.

Por otro lado, más de 4 millones de personas con edad comprendida entre los 14 y los 70 años (el 12,2% de la población española) afirmaron que habían realizado descargas de contenidos audiovisuales en los últimos tres meses.

Auge del P2P

Esto supone la descarga por internet de 250 millones de películas entre el segundo semestre de 2007 y el primer semestre de 2008, destacó el informe.

La descarga de internet tanto de música como de contenidos audiovisuales es un fenómeno cada vez más popular entre la población y se ha incrementado un 44% en el caso de la música y un 60% en el audiovisual.

Asimismo, el estudio señaló que el sistema P2P fue el medio casi exclusivo con el que se realizaron las descargas por internet.

Google y los derechos de autor

Google se topa con el derecho de autor

Los responsables del gigante informático deberán compensar a los editores por no respetar el 'copyright' en su proyecto mundial de digitalización de libros

ANTONIO FRAGUAS - Madrid - (El País) 21/01/2009
Vota


Resultado Sin interésPoco interesanteDe interésMuy interesanteImprescindible 100 votos
Imprimir Enviar
Catalogar y hacer accesible a todos los seres humanos el conocimiento que acumulan los libros era el sueño de los bibliotecarios de Alejandría, de los enciclopedistas franceses y, también, el delirio de Jorge Luis Borges en La biblioteca de Babel. Ese ideal, que poco a poco se va haciendo realidad mediante la digitalización y publicación de libros en Internet, se enfrenta a un obstáculo ineludible: los derechos de autores y editores.
Empresas españolas reclamarán parte de una indemnización de 34 millones
Pese a un pacto judicial, el buscador no admite haber violado ninguna ley
Hace cuatro años el buscador informático Google, a través de su programa Google Books, empezó a digitalizar libros y a ofrecer online fragmentos de éstos, algunos protegidos por copyright. En octubre, tras dos querellas, el gigante informático se vio forzado a firmar un acuerdo millonario en EE UU para indemnizar a autores y editores. Aunque el acuerdo debe ser ratificado por un juez, los editores españoles han anunciado que reclamarán parte de los 34 millones de euros que el gigante informático ha puesto encima de la mesa como indemnización.
"Vamos a pedir parte de ese dinero. Un alto porcentaje de esos libros digitalizados en EE UU son nuestros. Nos tendrían que haber pedido autorización", señala el director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España, Antonio María Ávila. En el mismo sentido se expresa la presidenta de la Federación Internacional de Entidades de Gestión de Derechos de Reproducción, Magdalena Vinent, que también dirige CEDRO, la rama española de dicha organización: "CEDRO está en conversaciones con Google para facilitar el cobro de las indemnizaciones a nuestros socios".
La cuestión ahora es saber si Google quiere exportar el modelo estadounidense a España: "Quieren adaptar ese proyecto universal a Europa, pero las leyes aquí son radicalmente distintas", advierte Ávila. "Nos estamos jugando la sostenibilidad de la cultura y esto nos afecta a nosotros, aquí y ahora, pero también a las generaciones venideras", apunta Vinent desde CEDRO. El responsable del buscador de libros de Google en España y Portugal, Luis Collado, no tiene tan claro que su compañía vaya a extender el modelo: "dependerá de cómo resulte el acuerdo en Estados Unidos".
"Sus derechos podrían verse afectados por un acuerdo de demanda colectiva relacionado al escaneo y uso de libros y otros escritos por parte de Google". Así arranca la versión resumida en castellano del acuerdo que el gigante informático y los autores de EE UU han colgado en la página www.googlebooksettlement.com. En ella, los autores encuentran las instrucciones que hay que seguir para reclamar dinero por el escaneado y la publicación online de sus obras sin permiso.
Pese a este pacto judicial, Google no ha admitido nunca haber violado la ley. La compañía considera que la publicación de fragmentos protegidos por copyright es compatible con la noción de "uso justo" que recoge la ley de propiedad intelectual de EE UU. Pero el gran buscador de Internet señala que los 34 millones de euros son "un mínimo" y que está dispuesto a realizar "un pago adicional" para satisfacer a los propietarios de los derechos.
El ávido interés de Google en desbloquear a golpe de talonario su programa de digitalización y difusión de libros online encierra una poco disimulada estrategia de negocio a medio plazo. Ahora mismo, Google Books está trabajando en dos direcciones. Por un lado, está digitalizando libros de dominio público o descatalogados. En el caso de España, los de la Biblioteca Histórica Complutense y los fondos del Institut d'Estudis Catalans. A nivel europeo, el principal proyecto público es Europeana, auspiciado por la Comisión, y que en 2012 debe tener digitalizados el 4% de los fondos de dominio público de bibliotecas europeas.
Pero la clave está en los contenidos protegidos. Google está escaneando y difundiendo libros sujetos a derechos de autor. La compañía ha firmado acuerdos en España con más de un centenar de editoriales. Un 20% de los fondos que Google ofrece online están sujetos a derechos, afirma Collado. Uno de los fundadores del gigante informático, Sergey Brin, declaró a principios de mes en el International Herald Tribune que Google no piensa "necesariamente" en hacer dinero. Según él, el objetivo es "difundir y hacer accesible la información".
La compañía, no obstante, reconoce que hay un negocio potencial. Por un lado, las páginas de Google Books pueden ir acompañadas de publicidad (cuyos beneficios se reparten entre editores, autores y Google).
Por otra parte, a fuerza de escanear libros, la compañía está creando una ingente base de datos. Google no sólo digitaliza los libros: además les aplica un programa informático de reconocimiento óptico de caracteres (OCR, en sus siglas inglesas).
"Registramos todas las palabras, la sintaxis que contienen los libros", dice Collado. Esto permite que a través del famoso buscador los internautas puedan localizar cualquier secuencia de palabras en los libros digitalizados y también abre puertas a una gran variedad de negocios: "Las posibilidades de comercialización de esos contenidos son amplias. Ya tenemos libros en más de 100 idiomas. No descartamos hacer negocio en el futuro con esos contenidos", reconoce el responsable de Google Books en España.
El destino final de ese catálogo digital de los nuevos tiempos es claro: ordenadores portátiles, agendas electrónicas, teléfonos móviles y dispositivos para leer en formato digital (los llamados eBooks).

El nuevo negocio de la lectura sin papel

Desde los papiros egipcios a la Biblia de Gutenberg, pasando por los volúmenes en formato digital, el libro se enfrenta a un nuevo reto. "Llevamos oyendo lo de que el libro desaparece desde 1982", afirma el director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), Antonio María Ávila. Lejos de temer al formato digital, los editores lo han asumido con naturalidad. En 2007, más de 200 editoriales de las cerca de 900 asociadas a la FGEE publicaron obras en formatos distintos al papel; en total, el 10,5% de la facturación editorial anual que ronda los 3.000 millones de euros.
En áreas como los textos de Derecho, el formato digital supone ya el 55% de la facturación, según el informe La lectura en España de reciente aparición. "Estamos con un pie en la orilla de la cultura del papel y con el otro en la ribera de lo digital", señala Antonio Basanta Reyes, director general de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez en la presentación de dicho informe.
Pero Ávila matiza: "No nos dan miedo las nuevas tecnologías, pero hemos visto los eBooks [dispositivos para leer en formato digital] y no nos acaban de convencer. Pueden venderte el aparato, pero sin contenido. El contenido es propiedad de los editores y autores".
También desde CEDRO, la organización española de gestión de derechos de reproducción, se insiste en que lo importante son las palabras, más allá del soporte. "No hay que olvidar que el valor del libro reside en su contenido. La forma de difundir el conocimiento tiene que adaptarse a las necesidades de los usuarios. Posiblemente habrá que desarrollar nuevos modelos de negocio, aunque estoy convencida de que los distintos modelos de negocio de la industria editorial podrán convivir sin ningún problema. Lo que realmente supone una amenaza es la falsa creencia de que las obras de creación son gratuitas, sobre todo si no existe el soporte papel", apunta la directora de este organismo, Magdalena Vinent.
En el sector público también son conscientes de la consolidación de un nuevo modelo de industria editorial: "Las bibliotecas deben hacer un esfuerzo para adaptar sus servicios a las nuevas necesidades y demandas de sus lectores en el entorno digital", señala Belén Llera, directora técnica de la Biblioteca Nacional.