21 enero 2009

Los medios dicen mentiras y los usuarios ven realidades

La entidad de gestión «no es perfecta y nunca lo será», pero el presidente de SGAE afirma que «lo hacemos lo mejor posible» y que pedirá ayuda al Defensor del Pueblo, porque se siente indefenso
Teddy Bautista: «Todo ese discurso de la cultura libre es co-mu-nis-mo»
El presidente del Consejo de Dirección de la SGAE, Eduardo Bautista / EFE
Actualizado Miércoles, 21-01-09 a las 14:16
Eduardo Bautista, presidente de la SGAE, se ha acercado un año más al Midem, la feria del negocio musical que se celebra en Cannes (Francia). La crisis está en boca de todos, pero en una conversación con el máximo responsable de la sociedad que gestiona los derechos de autor en España también resulta inevitable hablar de aquellos asuntos que día sí, y día también, surgen en los medios de comunicación, en términos por lo general poco favorables a su sociedad, algo de lo que Teddy Bautista hace responsable, en buena medida, a la prensa.
—Aquí, en el Midem, se masca la gran preocupación del sector acerca del futuro. ¿Cómo lo ve usted a medio plazo?
—La música impregna nuestra vida, y por eso seguirá teniendo una presencia masiva, pero no va a ser como hasta ahora. Se llevará colgada en el cinturón. Y va a ser también un periodo de mucha música en directo. Hablo de la música en los pubs y en las sala pequeñas. Eso diferenciará el artista de laboratorio del de talento. Ese terreno presenta grandes oportunidades, pero habría que revisar la legislación, y conseguir que los ayuntamientos y las instituciones locales, en lugar de poner obstáculos, faciliten la presencia de la música.
—A la industria el cambio de modelo de negocio le ha sobrepasado ¿No le ha ocurrido lo mismo a la SGAE?
—En cierta medida sí. Hemos tenido que adaptarnos a estos cambios en muy poco tiempo, y todavía no ha terminado el proceso.
—¿Por qué tiene esos problemas de imagen la SGAE?
—Lo primero es que no hemos sabido vender nuestra realidad. Teníamos que haber dedicado más tiempo a explicar lo que hacemos y cómo lo hacemos. Pero el otro elemento clave es la cantidad estratosférica de mentiras que los medios han publicado sobre nosotros, y sin rectificaciones. Me parece muy bien que el medio ejerza la crítica, pero cuando se habla de la SGAE se confundo información con opinión. Y además se produce una segunda circunstancia muy grave, y es la «contrastación» de la noticia. ¿Por qué dan noticias constantes sobre nosotros sin contrastar su veracidad? Si cualquiera dice algo de la SGAE, inmediatamente se extiende como un reguero de pólvora y todo el mundo lo reproduce sin contrastar. Después hay un tercer efecto pernicioso, y es que cuando ganamos un pleito y se condena al infractor, esa noticia no es divulgada. Llega un momento en que te sientes indefenso. Hace poco decía también a ABC que íbamos a tener que ir al Defensor del Pueblo a que nos dé amparo. Lo dije así como una expresión coloquial, pero después hemos visto que puede que los servicios del Defensor del Pueblo pueden considerar que se vulnera la presunción de inocencia, que es parte del sistema legal, y segundo, que cuando pedimos rectificaciones no se cumple la ley de prensa, es decir, o no se publica o no guarda proporción entre el tamaño de la noticia errónea, y el tamaño de la rectificación. Sé que la SGAE no es una organización perfecta, y que nunca lo será, porque tratamos con un elemento complejo, que cambia mucho en el tiempo, pero desde luego, que se nos reconozca que lo hacemos lo mejor posible.
—¿No ha habido un exceso de celo? Cuando el lector lee que se cobra derechos de autor a un autobús escolar, al lector le chirría.
—Si al final las noticias de la SGAE son solo esas, mal asunto. No estamos hablando de un servicio gratuito. Es una empresa de autobuses que cobra por llevar niños. La empresa no tiene obligación de poner música. El Corte Inglés, ¿por qué pone música? Pues porque todo el mundo se siente mejor cuando escucha música. La SGAE se excedería en su celo si cobra en España más que lo que cobran en Italia, en Holanda, en Francia... Cualquier país europeo me sirve de comparación. Y eso vale para lo de las bodas y todas esas noticias que salen. Nosotros estamos haciendo lo que la ley nos exige, trabajamos con una licencia del ministerio de cultura, y la ley explica lo que las sociedades de gestión colectiva tienen que hacer. Me gustaría que algún periodista hiciera un análisis comparado de lo que hacen las sociedades europeas, y podríamos decir que si somos unos buitres o que nos extralimitamos. Pero puedo decir que cualquier análisis comparativo nos beneficia, nuestras tarifas están o en la media o por debajo de la europeas.
—Otra medida conflictiva es la del canon.
—Lo que pasa es que la opinión que se transmite es la de los que no lo tienen claro. Cuando la AETIC (Asociación de Empresas de Electrónica, Tecnologías de la Información) y la sociedad de internautas y todos estos ponían el grito en el cielo diciendo que iba a encarecer estos productos... y hemos visto que en realidad han bajado de precio, a pesar de sostener la remuneración por copia privada. Porque cada uno de esos productos tiene un margen de beneficio que permite asumir este coste. Las cifras de 2008 aparecidas en el decreto ministerial suman para todos los derechohabientes de la copia privada 118 millones de euros. Es poquísimo si se compara con el volumen de negocio que estos sectores suman. Hablamos de más de cien mil millones de euros. Es una cantidad residual. ¿Realmente había que montar el número que se ha montado? ¿Con un debate televisivo donde el candidato de la oposición le pregunta al presidente sobre el canon de la copia privada, y no sobre la corrupción inmobiliaria, sobre la ley de financiación de los partidos o sobre la violencia de género?. Pues no, tienen que ponerse a hablar sobre el canon, que ahora se ha demostrado que ni daña, ni distorsiona el mercado. ¿Cuantos ríos de tinta se han dedicado a despotricar contra la SGAE, a mentir descaradamente? Todo este discurso de la cultura libre, si es tan progresista como parece, la izquierda tendría que reivindicar la vivienda libre, la comida gratuita, la educación, la asistencia sanitaria, la ropa... cuando todo eso sea gratis, a lo mejor los artistas tampoco quieren cobrar por su trabajo, pero eso se llama co-mu-nis-mo. Mientras la leyes fundamentales no cambien, eso seguirá así.
—¿La industria vio a un enemigo en internet?
—La industria se equivocó al mantener el mismo modelo de negocio. El tiempo y el espacio ya no existen como límites. Si lo hubieran entendido hace cinco años antes, la situación sería hoy muy distinta. Aquí, quienes han estado ganando más dinero son los Carrefour, El Corte Inglés, la Fnac, porque sólo ponían el espacio. Se desarrolla el ataque virulento contra el precio de las cosas, y todo el mundo ataca a las compañías, y nadie cuestiona el 40 por ciento de margen de venta de El Corte Inglés, por poner un ejemplo. Pero afortunadamente ya no hace falta El Corte Inglés. La red llega incluso a donde no llega El Corte Inglés, que como todo el mundo sabe es omnipresente, omnipotente y el negocio perfecto. Pues la red es mejor todavía que El Corte Inglés.

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