05 abril 2008

El arte inconsciente o el arte pensado

ENTREVISTA: ARTE - Entrevista Ángel González García

Las ideas estropean la pintura

FIETTA JARQUE (El País) 05/04/2008

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Una recopilación de textos del historiador del arte Ángel González propone lecturas y puntos de vista inusuales sobre la práctica artística. Pintar sin tener ni idea reclama una experiencia corporal con la creación, las sensaciones de estar físicamente en el mundo
Pintar sin tener ni idea parece un título heterodoxo para un crítico e historiador del arte. Pero encaja perfectamente con la postura de Ángel González (Burgos, 1948), un pensador ecuánime y apasionado a partes iguales, lúcido y polémico. Un amante del arte en estado puro que no da demasiada importancia a las derivas actuales de una industria y un sistema que le parecen inútiles. Pintar sin tener ni idea (Lampreave y Millán) es una recopilación de textos escritos por él para conferencias o presentaciones de catálogos de exposiciones. Pese a su diversidad es posible seguir a través del conjunto varios hilos conductores que señalan por dónde van las ideas e intereses del autor. El ensayo que da título al libro se refiere a "la otra orilla de la vanguardia", como dice él, al arte creado por locos y presidiarios. Una creación que responde a un impulso ingobernable, desinteresado y fuera del sistema. El territorio por el que este profesor de historia del arte contemporáneo en la Universidad Complutense y Premio Nacional de Literatura en 2001 por su ensayo El resto transita sin ceñirse a reglas establecidas.
"El arte en su origen estuvo asociado a la alucinación, a estados de trance. El arte profesional ha olvidado esto"
"El problema de los artistas es que se han embarcado en ese disparate de hacer arte, de vivir de eso. Pobrecillos"
PREGUNTA. Una persona aislada que siente el impulso irreprimible de crear formas con las manos, ¿está haciendo arte?
RESPUESTA. En el libro hablo al menos de un par de ocasiones de ese maravilloso espectáculo que constituyen las sobremesas que se prolongan entre amigos. Cuando involuntariamente la gente empieza a manipular los restos de la comida. Las mondas de las naranjas, las migas de pan, los corchos, los alambres de las botellas de champán. Parece que la cualidad principal del ser humano es no poder tener las manos quietas. Ese irrefrenable deseo de dar forma a las cosas. Dalí publicó en los años sesenta un artículo en la revista Minotaure, que tituló Esculturas involuntarias, donde se ven billetes de metro retorcidos, trozos de jabón, figuritas de migas de pan. ¿Que esto sea de orden artístico?, no lo sé. No pretendo reivindicar lo que hacen estos presuntos artistas indoctos, lo mío es una reivindicación apasionada y hasta cierto punto insistente y violenta de la laboriosidad. Del hacer. Y del hacer manual sobre todo.
P. El
homo faber.
R. La portada del libro reproduce un detalle de un maravilloso vestido de novia que una loca francesa fabricó a espaldas de sus guardianes con todo tipo de trozos de telas, hilos y trapos que encontró. Siempre me ha parecido una cosa conmovedora y emocionante. Es algo orgánico, que parecen nidos de pájaro. En el segundo de los ensayos, titulado Evidentemente, que está dedicado a los artistas videntes, pienso en estas mujeres que tejen. El trabajo del tejer. Es muy significativo que la segunda acepción de la palabra "labor", en el María Moliner, sea la de las labores femeninas, que para mí constituye el paradigma de la laboriosidad. Entre otras cosas por lo que tienen de vehículo alucinatorio, puesto que estas tareas repetitivas, monótonas, producen estados de alteración de la conciencia. Es un tema del que hablo con frecuencia, el del arte asociado a los estados alterados de la mente.
P. ¿Como punto de partida?
R. No tengo duda de que el arte en su origen fue algo asociado a la alucinación, a estados de trance. Todo esto en el arte profesional se ha olvidado, solapado, quedado oculto por muchas cosas: el sistema de aprendizaje del oficio, la ideología, las estrategias de toda índole que mediatizan el trabajo artístico. Dicho sin malicia. Y solamente en estos artistas indoctos encuentro este estado original de trance.
P. Usted escribe: "Las ideas sobran en pintura, siempre han sobrado".
R. Cuando digo Pintar sin tener ni idea lo tomo también en una segunda acepción, que toco en varios ensayos. Y es que creo que se debe pintar sin ideas. Las ideas estropean la pintura. Ideas y pintura no se llevan bien y, si lo hacen, se producen cosas abyectas o siniestras. Porque al final los pintores de ideas suelen pintar las ideas de los que mandan. Y es que la pintura se ocupa de nuestras sensaciones físicas, corporales. Para expresar ideas tenemos otros medios, uno extraordinario es la filosofía. El arte recrea las sensaciones de estar físicamente en el mundo. Es algo de orden fisiológico.
P. Lo de expresar sensaciones se ve quizá más claramente en la pintura abstracta.
R. Creo que la pintura abstracta ha tendido más hacia lo espiritual y lo ideal. De hecho, las circunstancias en que surge la pintura abstracta en Europa son inequívocas: aparece en un contexto espiritualista. El Museo Guggenheim de Nueva York, que fue el gran templo de la pintura abstracta, fue fundado y financiado con el fin de sostener, defender y demostrar la espiritualidad del arte. Aquello tiene más de iglesia que de cualquier otra cosa. Y aquí nos encontramos con otro problema: el arte y la religión no tienen nada que ver. No es que no deban tener nada que ver o que a mí me lo parezca, es que así es.
P. Pero parte de la pintura occidental nació bajo la protección de la Iglesia.
R. Sí, pero el arte que pasa por religioso no parece que satisfaga los intereses de la religión. Si piensas un poco en ello, las grandes obras de arte religioso no son nada eficaces. No se sabe de ningún buen cuadro que haya producido milagros, por ejemplo. Los milagros están asociados a imágenes horrendas. Las vírgenes de Rafael nunca han devuelto la vista a los ciegos ni han hecho andar a los cojos. ¿Ha visto alguna vez a alguien arrodillado ante un cuadro en un museo? E incluso en las iglesias, no son los mejores cuadros los que más atraen la atención de los fieles, sino los más tenebrosos en oscuras capillas. Las vírgenes más feas y los cristos más sangrientos y retorcidos.
P. Se refiere en uno de sus textos a "ese engendro llamado Historia del Arte". ¿En qué sentido lo dice?
R. Quizá lo he dicho en un sentido más inocente o candoroso de lo que parece. Creo que el arte trasciende, afortunadamente, la historia. El arte nos permite sustraernos a la historia. Sánchez Ferlosio ha dicho siempre que la historia no es más que el escenario de todos los crímenes. En esa medida, pienso que la experiencia artística es ahistórica, transhistórica. Seguramente, los hombres que tuvieron las primeras sensaciones artísticas eran iguales a nosotros. Salvo para los que están empeñados en decir que el arte tiene que ser hijo de su tiempo y que esa filiación es una cualidad. Eso no es una cualidad, es una fatalidad.
P. Hace años que se retiró de la crítica de arte en los medios de comunicación. ¿Por qué?
R. Es algo que implica muchas obligaciones, hay que trabajar con poco tiempo, a veces, en cosas que no te apetecen demasiado. Terminó por parecerme algo deprimente. Lo que acaba resultando más fácil es terminar metiéndote con la gente, es más fácil hablar mal de alguien que hablar bien.
P. ¿Pero tiene la crítica de arte hoy algún papel relevante?
R. Hay que tener en cuenta que la crítica de arte aparece en Francia en el siglo XVIII con la pretensión de proteger al público de los artistas. Críticos como el propio Diderot decían que había que bajarle los humos a los artistas, que se creían los árbitros definitivos en materia de arte, y que el público también tenía derecho a opinar. Con el tiempo, los críticos tuvieron que terminar defendiendo a los artistas. Ahora no sé muy bien qué es lo que hacen. En un momento determinado me decepcioné de esta especie de pasión por opinar constantemente sobre todo.
P. ¿Qué impresión le produce la asistencia masiva a las grandes exposiciones?
R. No lo sé, no voy mucho a museos, la verdad. Voy menos que a parques temáticos. Pero es curioso ver que el gran asunto de los parques temáticos es la historia. La historia pasada se ha constituido en el gran entretenimiento popular de nuestro tiempo: los egipcios, los mayas... Es lo que sucede con el cine y las novelas históricas. Yo no voy a museos, y no voy porque el arte está escrito en nuestro cuerpo. Donde más aprendo de arte es en el campo, viendo los árboles, el mar, los pájaros volando. Si el arte es algo es reencarnación, reorganización de esas experiencias del mundo. Un constante y sabroso contacto con la luz, con el agua.
P. ¿Los artistas han perdido ese contacto?
R. El problema de los artistas es que se han embarcado en ese disparate de hacer arte, de vivir de eso. Pobrecillos, es algo que no recomendaría a nadie. El último de los ensayos incluidos en el libro atañe a lo que digo de los museos. Intento explicar que lo que más me gusta del Museo del Prado -y en eso coincido con Tita Thyssen, aunque el artículo es anterior al encantador encadenamiento de la baronesa- son los árboles. En él no hago más que darle la razón a Paul Valéry, quien decía que, dentro del museo, uno recuerda el buen tiempo que hace fuera. Si digo eso de un gran museo como es el Prado, qué podría decirte de estos museos improvisados hechos a golpe de talonario que han proliferado los últimos años en España. Hay algo que me preocupa mucho en todo esto y es que el dinero de los contribuyentes se esté gastando a menudo con esta alegría y sin preguntar siquiera. Los millones que se han gastado en el Musac de León han salido de nuestro bolsillo.
P. ¿Cómo es que usted se indigna tanto por esto como una persona de la calle que no tiene mayor conocimiento del arte contemporáneo?
R. La gente de la calle está verdaderamente derrotada. Han sido silenciados porque les han inculcado que reírse de ciertas cosas modernas es un delito. De que hay una obligación, un imperativo moral, político, social, de ser una persona de su tiempo. ¿Por qué ha de gustarle a uno el arte de su tiempo, caiga quien caiga? La gente sencilla, a quien estaba destinado el arte -porque el arte si es algo es la casa de los pobres-, ha sido anulada. Ya no se oyen risas en las exposiciones.
P. Como ante la
Olympia de Manet.
R. Sí. Como decía Bataille: "Se rieron con una risa inmensa". El libro contiene un extenso ensayo sobre Manet, en el que yo sostengo que la gente se reía de la Olympia porque Manet era un caricaturista. Era lo que Manet pretendía, que la gente se riera. Las últimas risas que escuché en una exposición fue en una de Bruce Nauman en el Reina Sofía, donde había un vídeo que recoge las desventuras de un payaso en un cuarto de baño. ¡El celador mandó callar a una pareja que se estaba riendo de algo evidentemente cómico! El arte se ha convertido en una payasada monumental. Una payasada a la que no deberíamos contribuir. No sé si deberíamos plantear una especie de huelga contra los museos contemporáneos, o contra los museos en general. ¿Por qué no? No tienen que ver con el arte sino con la industria de las imágenes. Es una pena que el arte, que fue concebido para hacer más grata la estancia del hombre sobre la tierra, se haya convertido en algo que es una fuente de obsesiones, de preocupaciones, manías. Y luego están todos esos artistas que se dedican a agobiarnos. Montones de artistas que se dedican a denunciar la triste situación de los pobres. ¿Pero eso a quién va dirigido, a los ricos o a los pobres? Los pobres ya lo saben, no tiene que venir un Santiago Sierra a explicárselo. El arte se ha convertido en una forma de dar caña. Como si no tuviéramos ya suficiente. Nos dan caña en el trabajo, en el museo, en casa. ¿Y dónde pasamos un buen rato? Yo siempre digo, en la discoteca. Yo les digo a mis estudiantes, mientras haya discotecas hay esperanza.

04 abril 2008

Si había pocas, ahora menos

Revés para la música en vivo en Sevilla con el cierre de la Sala Q

Los responsables del local de conciertos anuncian su clausura a final de año · Lamentan no recibir el mismo apoyo municipal que los festivales o el teatro pese a mantener una programación continuada

Blas Fernández / SEVILLA (Diario de Sevilla) | Actualizado 04.04.2008 - 05:00
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La sala de conciertos Q, ubicada en el Polígono Calonge, anunció ayer mediante un comunicado que cerrará sus puertas a finales de este año, decisión que el responsable de contratación e información de la empresa, Juan Manuel Martín, achaca al déficit económico que el club arrastra. "Es algo que ocurre desde que abrimos, en abril de 2004. Venimos acumulando pérdidas a las que ya no podemos hacer frente y nos hemos visto obligados a tomar esta medida", explica.

Martín reconoce que "hay público para las actuaciones y hay artistas que quieren venir a tocar a la sala", pero al mismo tiempo indica que esta actividad no repercute en el plano económico en la medida suficiente para que el mantenimiento de Q resulte rentable. "No queremos quejarnos. Si esto no da más de sí, nos vamos", señala.

No obstante, la queja surge. La difícil relación que Q ha mantenido con el Ayuntamiento, que cerró la sala durante prácticamente todo 2005 por no adecuarse a la normativa municipal, pareció mejorar tras la reapertura de ésta, hasta el punto de obtener, según publicó recientemente el Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla (ICAS), una subvención de 39.000 euros en concepto de inversión por reformas. "Las ayudas no llegan -apunta Martín-. La subvención que pedimos para 2007 aún no la hemos cobrado y está por ver que lo hagamos. Además, a estas alturas 39.000 euros no impedirían que cerráramos".

Preguntado por este asunto, Alberto Mulas, gerente del ICAS, confirmó ayer a Diario de Sevilla que, efectivamente, se ha producido un retraso en el pago de las subvenciones de 2007, pero al mismo tiempo anunció que estas ayudas -que según lo marcado en el Plan Director de Espacios Escénicos ascienden a la mitad del presupuesto del proyecto presentado- fueron parcialmente libradas mediante transferencia bancaria el pasado 31 de marzo. "Se ha pagado el 50% de la subvención, que el caso de la Sala Q asciende a 19.515 euros", explica Mula, quien además avanza que la situación de la sala será estudiada próximamente en una reunión con la delegada de Cultura, Maribel Montaño.

Sin embargo, Martín comenta que "desde el Ayuntamiento se nos está diciendo permanentemente que no hay dinero, pero luego vemos cómo los festivales, que concentran sus conciertos en unas pocas fechas, reciben grandes cantidades. Sin embargo, nosotros, que mantenemos una programación durante todo el año, nos quedamos fuera".

En este sentido, añade que "el South Pop, que es un festival muy pequeño, cuenta con apoyo de la delegación de Cultura. Territorios tiene un millón y medio de euros de presupuesto que pagan varias administraciones. Pero la Sala Q, que mantiene una programación continua, no existe para el Ayuntamiento. Creo que deberíamos contar con ese mismo apoyo o con el que están teniendo las salas de teatro", asevera en referencia a las fuertes inversiones municipales que están recibiendo espacios como el montado por Salvador Távora en el Cerro del Águila o las proyectadas nuevas salas de Producciones Imperdibles y TNT-Atalaya. "El bocado grande se lo lleva el teatro y de lo que queda para la música nosotros no vemos nada", dice.

La Sala Q, que da empleo estable a cuatro personas -cifra que durante los fines de semana puede ascender hasta los 25 trabajadores eventuales-, ha ofrecido a lo largo de estos años alrededor de 400 conciertos, entre ellos de músicos tan variopintos como Antony and The Johnsons, CocoRosie, Lagartija Nick, Sidonie, Manta Ray, Jarabe de Palo, Chenoa, Medina Azahara, Iván Ferreiro, Skatalites o Chambao.

03 abril 2008

Sumando ventas

Discos como rosquillas

Artistas como Rihanna o Deluxe se vuelven prolíficos como estrategia frente a la crisis de la industria

IÑIGO LÓPEZ PALACIOS (El País) - Madrid - 03/04/2008

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Rihanna, la diva del pop de baile, rompió el verano pasado un asentado tabú del negocio musical: hay que mantener a los fans hambrientos. Umbrella, aquella canción que se escuchaba en todas partes, salió de su tercer larga duración en dos años.

Gracias a las nuevas tecnologías, grabar resulta más barato que nunca

Algo que contrasta con la estrategia más común: tres años entre disco y disco. Ése es el periodo transcurrido entre los últimos trabajos de Madonna, U2 o Lenny Kravitz, por poner tres lanzamientos estrella de este 2008.

La prodigiosa fecundidad de Rihanna puede explicarse porque sabe que la fecha de caducidad de artistas comerciales como ella sólo es comparable a la de las gimnastas o porque sus productores tienen una despensa de canciones pegadizas tan de temporada como la moda del pañuelo palestino. Y, ya se sabe, hay que dar salida a la mercancía mientras ésta se demanda.

Pero ella no es la única que se ha atrevido con ese tabú: Arctic Monkeys llevan dos discos en dos años, y Nick Cave editó en abril de 2007 un compacto firmado como Grinderman, 11 meses después presenta Dig Lazarus dig!!! con su banda de siempre, The Bad Seeds, y entre medias, la banda sonora de El asesinato de Jesse James... Claro que el récord mundial sigue en manos del infatigable Ryan Adams, que en 2005 puso a la venta dos álbumes, uno de ellos doble.

En España, el caso más claro es el de Deluxe, el alias del cantante gallego Xoel López. Su cuarto trabajo, Fin de un viaje infinito, el primero para una multinacional, se publicó en marzo de 2007, y el quinto, Reconstrucción, llegó a las tiendas el pasado martes. "Por unos días es menos de un año", dice por teléfono desde Canarias donde ha empezado una gira patrocinada por una conocida marca de cerveza. "Normalmente editaba un disco cada dos. Aunque siempre he tenido canciones para más".

Todo empezó con la idea de usar su página web como lugar de venta. Desde mayo de 2007 ha ido colgando un nuevo tema al mes, descargable previo pago. "No ha sido una cosa fabulosa comercialmente hablando. La descargaba uno y se la pasaba a sus 40 amigos, pero ese método me hizo no parar. Es un poco como trabajaban en los sesenta con el tema de los singles y demás".

Lo cierto es que se trata de la recuperación del antiguo modelo utilizado por los más grandes: The Beatles. Entre Meet the Beatles (1962) y Let it be (1969) publicaron una media de 2,3 álbumes al año. Pero para las discográficas esto es un error fatal. La regla es publica poco y exprímelo comercialmente hasta que no dé más de sí. El caso más claro es Amaral. De su último disco, Pájaros en la cabeza (2005), hay al menos cuatro versiones: el clásico compacto; el compacto de lujo en caja con DVD; el comienzo del big bang, directo que ilustra la gira, y una caja "especial Navidad" que incluye además sus tres discos anteriores y un montón de memorabilia tipo canicas con sus caras. "Digamos que tuve la suerte de que me dieran esta libertad", reconoce Xoel, "porque desde el punto de vista de la industria es un poco bobo. Es una decisión artística: realmente el anterior disco tendría más vida comercial".

La red de seguridad de muchas de estas bandas es una base de fans estable que compra todo lo que lleva la firma de su músico favorito. Además, la mayoría de ellos saca gran parte de sus beneficios del directo con lo que, por un lado, consiguen tener siempre material nuevo para interpretar y, por otro, su público compra el álbum para conocer las canciones que tocarán en su concierto. "El nuevo disco tiene 15 canciones y un DVD. Aunque sólo sea para la gente que sigue a Deluxe, creo que debería vender lo mismo que el anterior", dice Xoel.

Y si no, tampoco pasa nada. Gracias a la tecnología, grabar es más barato que nunca. Por eso, especialmente para los cantautores que trabajan en solitario, es fácil completar un disco. Ello explica los continuos lanzamientos de folkies como M Ward, Josh Rouse o el sueco Boy Omega. "La verdad, con lo que realmente tiene que ver es que con que cada vez importa menos el funcionamiento de la industria. Porque, realmente, como no se venden muchos discos, ¿qué mas da? Llega un momento en el que vendes 15.000 copias y no vas a colocar más. Pues bueno, si hay un tope de ventas, ¿por qué no sacar otro disco nuevo y vender otras 15.000?".

01 abril 2008

literatura pulp

Héroes del pulp

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El buen doctor


La literatura pulp, surgida a principios de siglo en Estados Unidos, fue la primera forma de entretenimiento para millones de lectores. Eran publicaciones muy baratas, la mayoría en forma de seriales, que alcanzaron su cenit en los años 20 y 30. Los relatos de misterio, ciencia-ficción y terror eran los más demandados por los lectores. Los relatos pulp fueron el caldo de cultivo para personajes como Flash Gordon o Doc Savage.La primera aventura de Savage se publicó en marzo de 1933 y muy su autor Lester Dent tuvo que sufrir la salida de hasta 30 imitaciones del personaje. Doc Savage tiene una floja adaptación cinematográfica, realizada en 1975. En teoría Arnold Schwarzenegger tenía que haber protagonizado la nueva versión, pero sus tareas como Gobernador cancelaron el proyecto.
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Un programa de radio peculiar

Las recomendaciones de Bob

Dylan recopila dos discos con canciones que pincha en su programa de radio

DIEGO A. MANRIQUE (El País) - Madrid - 25/03/2008

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En 2006, cuando XM Satellite Radio fichó a Bob Dylan como locutor musical, no imaginaba un impacto semejante. Las empresas estadounidenses que ofrecen radio vía satélite por suscripción suelen recurrir a famosos como presentadores pero el éxito de Theme time radio hour, como se llama su espacio semanal, ha sido abrumador. Una reciente encuesta, que no distinguía entre DJ radiofónicos y DJ de club, aseguraba que Bob era el pinchadiscos más popular del mundo anglosajón.

El programa, que se emite en el Reino Unido y otros países por radio convencional, se articula alrededor de grandes temas: comida, padres, alcohol, armas, sueño, suerte, lágrimas, coches, risas, corazón, madre, diablo, agua, luna, flores, café, biblia, instrumentos... Aparentemente espontáneo, el programa cuenta con un detallado guión, que enhebra desde recetas a falsos mensajes de los oyentes. Dylan presenta con un humor seco, comentando curiosidades vitales de los artistas y abriendo con deleite la caja de los tesoros.

Todos los estilos

Theme time radio hour es un desafío frontal a la actual homogeneización de las ondas musicales. Suenan discos de los últimos 80 años, cubriendo las principales ramas de la música estadounidense: blues, hillbilly, jazz, country, gospel, rockabilly, rock, rap, tex-mex en castellano y melodías hawaianas. También recoge folk y pop de las islas Británicas, más reggae jamaicano. Gran connoisseur, Dylan trae una porción de los discos y el resto son propuestas de su equipo, de unas 15 personas.

Convertido en programa de culto, varios blogs completan la lacónica información de Dylan. Y se editan discos que reflejan su glorioso eclecticismo. Primero, se publicó en CD el monográfico que dedicó al béisbol. En EE UU, dentro de su serie Artist's choice, la cadena Starbucks vende Bob Dylan: music that matters to him, selección dylaniana de 16 canciones: desde el violinista Stuff Smith al cantante etíope Gétatchéw Kassa, pasando por Billie Holiday o el bluesman Pee Wee Crayton.

Más impresionante aún es Theme time radio hour with your host Bob Dylan, doble CD de Ace con unas 50 canciones. Como es habitual en los lanzamientos del benemérito sello británico distribuido en España por Pop Stock!, se acompaña con notas copiosas y al menos una imagen (foto, carátula, galleta...) por cada tema incluido. El contenido, extraído de los listados del programa, parece pensado para el aficionado de nivel, aunque está anclado por artistas universales de referencia, como The White Stripes, Aretha Franklin, The Clash o Jonathan Richman. Se evitan las grabaciones frikis aunque, como cualquier DJ, Dylan no se resiste a compartir marcianadas como Beatnik's wish, recitado sexy de 1959 de una tal Patsy Raye, sobre fondo de jazz.

Aparte de su valor intrínseco, este doble también puede ayudarnos a completar ese rompecabezas imposible llamado Bob Dylan. En su gira por Iberoamérica, que acaba de concluir, el cantante dejó boquiabiertos a los medios, no muy habituados a sus peculiaridades. En México se presentó en un gimnasio con sus guantes de boxeo, entrenando con buen estilo. En Punta del Este, el centro vacacional uruguayo, paseó en bicicleta, disfrazado de mujer y con peluca. Entre el 22 de junio y el 11 de julio, quizás nosotros podamos ver al boxeador travestido en persona porque ha firmado una docena de conciertos en España y Portugal.

Los orígenes del flamenco

Un estudio sitúa en el periodo Barroco los orígenes del flamenco

Antonio y David Hurtado sostienen en 'La llave de la música flamenca' que el germen de ésta apareció en 1600, fruto de la mezcla del mundo afrocubano y un sustrato árabe de la cultura popular andaluza

Francisco Camero / SEVILLA (Diario de Sevilla) | Actualizado 01.04.2008 - 05:00
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Los hermanos Antonio (sentado) y David Hurtado, en la redacción de 'Diario de Sevilla'.

¿En qué momento, por qué, dónde nace una música? El ejercicio, una búsqueda a veces envuelta en encendidos alquimismos, ha estimulado desde la antigüedad la curiosidad de investigadores y aficionados por igual. El terreno llega a ser particularmente resbaladizo si se trata de averiguar los orígenes del flamenco. Ahí se ubican los sevillanos David y Antonio Hurtado, hermanos y profesores de composición y piano que en La llave de la música flamenca proponen una "descripción histórica" del nacimiento del flamenco "alejada de las mitologías al uso".

Su tesis es la siguiente: el germen del flamenco surgió cuando empezaba a florecer el Barroco. Antes, dicen, no hay "un solo rastro" que remita al flamenco, o sea que nada tiene éste de "milenario" o "ancestral". Desde 1600 se mezclaron aquí "nuevos aires" del mundo afrocubano (fruto de los viajes transoceánicos, ya normalizados) con sustratos populares andaluces, procedentes en parte de la cultura árabe. Esos "nuevos aires" y este sustrato fueron reelaborados por intérpretes "profesionales o especializados" y gran parte de ese sonido, que llaman "preflamenco", se incorporó al repertorio de la música antigua.

"Piezas fundamentales" como la zarabanda, la chacona, la jácara, el fandango, el cumbé y el zarambeque, explican, llegaron de ultramar mucho antes de que los llamados cantes de ida y vuelta se asumieran como palos flamencos. Entre éstos, las guajiras o las rumbas, dicen, heredaron la "base rítmico-armónica" de los primeros.

El libro, financiado por la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, será editado en español e inglés por Signatura. Estará terminado, dicen, "antes del verano". Por ahora no hay fecha prevista para su publicación, aunque por "razones estratégicas" barajan que vea la luz en paralelo a la celebración de la Bienal de Flamenco, cuya inauguración está prevista para el próximo 10 de septiembre.

El volumen incluirá un disco con una antología de "músicas preflamencas" -de entre 1690 y 1892-, algunas de cuyas piezas han sido grabadas "por primera vez", interpretadas por los Hurtado con instrumentos de música barroca. De su escucha, aseguran, puede "deducirse, incluso por alguien no muy entendido en música, que muestran de forma reconocible y evidente acordes, giros y ritmos flamencos".

Por ejemplo, hay una jácara de Antonio de Santa Cruz (de alrededor de 1692) en la que se aprecia "un ritmo y una armonía (unos acordes) propios de la seguirilla actual". Incluyen una tonadilla compuesta por Tomás de Abril en 1799, La anónima, en la que "aparece por primera vez la palabra tango" y que demuestra, según los autores, que "la seguidilla no tiene nada que ver con la seguirilla y que la tonadilla no tiene una influencia ni parentesco directo con el flamenco". Hay otra pieza, un fandango de 1730 de Santiago de Murcia, "muy famoso entre guitarristas barrocos", que por su "armonía y su ritmo básico" dio lugar a lo que más tarde se conocería como soleá; es decir, para los Hurtado la soleá no sólo "no es un cante del tronco", sino que es "al contrario", pues "se desgajó" de la estructura del fandango. Otra canción, La caracolera, de 1870, ilustra otra de sus tesis sobre la génesis de los cantes flamencos: "Muchos nacían como una reelaboración de canciones populares, reinterpretaciones a su vez de tonadillas, óperas, zarzuelas o cantos callejeros de la época". Así ocurre, explican, con La caracolera, una canción que se usaba como reclamo comercial para vender caracoles por la calle, buena parte de cuyo texto es "igual" que el que se puede escuchar en un palo en la década de 1920, el cante por caracoles.