03 mayo 2008

La contracultura del 68

Mayo del 68, algo más que una revolución estética

El movimiento obrero y estudiantil fue algo más que un caso de histeria contracultural o una explosión político-hormonal | Fotogalería:

  • César Rendueles, Madrid (Adn.es)| hace 17 horas | comenta | Votar

Mayo de 1968, un símbolo que se aviva cuando se quiere liquidar.

EFE

Una de las más inteligentes argucias ideológicas de la contrarrevolución liberal ha sido convencer al mundo de que su victoria no es el resultado de ninguna batalla política, sino una consecuencia natural del triunfo tardío de la sensatez en una generación irresponsablemente entregada a experimentos narcisistas tales como la sanidad pública o la educación gratuita.

No es de extrañar, así, que la imagen dominante del 68 sea la de un extraño caso de histeria contracultural internacional, una explosión político-hormonal que los más afortunados habrían sabido sublimar en exitosas carreras públicas, mientras en los casos más aciagos desembocó en un estado de resentimiento mórbido.

Si bien una parte del legado estético del 68 ha sido asimilado mediante un brutal esfuerzo esterilizador -en particular, gracias a ese gran autoclave ideológico que es la industria musical-, sus propuestas políticas han pasado a los anales del disparate junto a los escritos de Fourier y aquel presidente que en Bananas exigía a sus ciudadanos que llevaran la ropa interior por fuera.

En todo caso, se alaba el idealismo, la audacia y el entusiasmo de los protagonistas del 68, pero se condena sin paliativos su ceguera pragmática y su afición a los proyectos absurdos.

Las cosas son, por supuesto, exactamente al revés. Por un lado, es manifiestamente imposible entender nada de lo que ocurrió en 1968 si no se asume que fue el último envite de la tradición emancipatoria del siglo XX. Una amplia corriente política que convergió públicamente en París, Praga y México, pero que tuvo importantes declinaciones en, por ejemplo, los movimientos de liberación nacional que propiciaron los procesos de descolonización del tercer mundo.

Acción y reacción

En buena medida, el 68 es una manera de nombrar un despiadado enfrentamiento global que culminó con el triunfo de la reacción en torno a 1977. El pachuli, las comunas y la psicodelia fueron el atrezo de una batalla que llenó de cadáveres países como Vietnam o Chile y, en Occidente, destruyó el consenso de postguerra acerca de la función del estado social como dique de contención de la jungla mercantil.

Por otro lado, si hubo algún error en el 68 fue cierta incapacidad para comprender que los proyectos de transformación social son más una cuestión de sensatez común que de audacia vanguardista. Acabar con la desigualdad económica, el infierno laboral o el patriarcado son propuestas razonables.

Lo excéntrico es un sistema que permite que al lado de mi casa un montón de ancianos rebusquen cada noche en la basura del DIA mientras Paul Allen se gasta varios cientos de millones de dólares en un yate con cancha de baloncesto.

Dicho a la inversa, un proyecto conceptual y materialmente modesto, como garantizar a toda la población mundial una dieta de, pongamos, 1.500 calorías diarias, resulta absolutamente radical y conlleva la destrucción de una parte significativa de nuestra sociedad tal y como la conocemos.

Por eso, puede que la principal debilidad del 68 fuera precisamente un entusiasmo y un idealismo que cristalizaron en una especie de hipertrofia conceptual: esa tendencia a convertir los dilemas prácticos urgentes en alambicadas cuestiones de alta teoría. Un rasgo que, muy sintomáticamente, han asumido con agrado tanto los adalides del turbocapitalismo como la neosofística postmoderna.

Walter Benjamin escribió: "Marx dice que las revoluciones son la locomotora de la historia mundial. Pero tal vez se trata de algo por completo diferente. Tal vez las revoluciones son el manotazo hacia el freno de emergencia que da el género humano que viaja en ese tren".

Titanes contraculturales

En esta dicotomía, el 68 se situó del lado del acelerador y, así, produjo en muy poco tiempo un corpus ideológico y estético irrenunciable. Los protagonistas del 68 se esforzaron por convertirse en titanes contraculturales que por la mañana apedreaban a la policía, a media mañana intervenían en tres o cuatro asambleas, encontraban un hueco por la tarde para participar en un seminario de semiótica y completaban la noche con algún experimento psicotrópico.

Pero, muy posiblemente, como creía Benjamin, la revolución es un proyecto más adecuado para pensionistas, becarios, parados de larga duración, amas de casa, trabajadores precarios e inmigrantes ultraexplotados: gente cansada que necesitamos urgentemente unas vacaciones del siglo.

La idelología de la cultura

¿La cultura tiene ideología?

JUANA VÁZQUEZ (El País) 03/05/2008

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La creación crítica no es patrimonio de ningún partido, pero tampoco es neutral, asegura la escritora Juana Vázquez

La cultura tiene ideología, no es aséptica, nace de un sujeto y "sus circunstancias", en consecuencia, es subjetiva, tanto por la presencia de ciertas claves ideológicas como por la ausencia de las mismas, olvidadas y neutralizadas con plena conciencia en las obras de cualquier modalidad.

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Cultura y poder están siempre en contacto. Y algo tendrá la primera para que los políticos entren en su terreno

La cultura tiene ideología y ésta no puede ser otra que progresista y nunca impuesta, ni mirando al pasado obsoleto

La cultura forma parte y es un reflejo claro de la sensibilidad y las ideas de un pueblo. La ideología determina y en muchas ocasiones dirige el pensamiento de la colectividad con fines específicos que luego, a su vez, darán cauce a una serie de proyectos. Entre estos proyectos se encuentra el cultural.

Por absoluto que sea el poder, siempre necesita promover una propuesta cultural para legitimarse y poderse realizar. Propuesta que es el espíritu con el que un pueblo se valora y se identifica a los ojos del "otro".

Cultura y poder están siempre en contacto. Y algo tendrá la primera para que los políticos entren en su terreno con la intención de promover tales o cuales actos o textos y prohibir de forma directa o indirecta otros. ¿Qué fue la censura -y haberla hayla todavía, aunque no esté institucionalizada- sino una forma de dar dirección a la cultura hacia el terreno que le interesa a la política?

Siempre ha sido así. Ya en la cultura grecolatina, los dirigentes políticos, y sobre todo los emperadores, tenían una corte que alababa sus hechos, y lo hacía a través de la literatura, la pintura, la escultura, la música, la arquitectura... Ahí tenemos los famosos arcos de triunfo. A partir del Renacimiento y hasta bien entrado el XIX, existió el mecenazgo, el cual se encargaba de "pagar" a autores y artistas para darle brillo y notoriedad a las diversas monarquías y con ellas a sus validos y políticos.

Pero hay un hecho claro, cuando la cultura se sitúa en el "para", cuando previo a la creación se le asigna una función determinada fuera de su naturaleza, pierde su valía, su esencia, su germen creador y languidece. Esto sucedió en el siglo XVIII con la literatura, a la cual el poder quiso utilizar para educar al pueblo en sus directrices doctrinales, y en consecuencia, el XVIII es un siglo en el que la literatura no goza de la excelencia de la que ha gozado en otros siglos.

Es decir, la cultura se asienta en el "qué" y en el "cómo" con la libertad creativa por bandera, y nunca en el "para".

Como todo acto creativo, parte de un individuo y refleja sus ideas, emociones e ideología, pero siempre tratando de ganar terreno a lo no conocido, de superar el pasado, y de dar un paso adelante, a través de transgredir los códigos manoseados, convencionales y trasnochados.

Por lo tanto, es evidente que la cultura tiene ideología y ésta no puede ser otra que progresista y nunca impuesta, ni mirando al pasado obsoleto.

Si nos centramos en España, esta afirmación es algo que forma parte de la conciencia colectiva desde hace más de setenta años. Y tiene sus motivos: ahí está nuestra Guerra Civil que hizo salir al exilio a toda la cultura española del primer cuarto de siglo XX, pues las nuevas directrices políticas del franquismo no comulgaban con sus tendencias de izquierda transgresora. Los pocos que se quedaron tuvieron que olvidar las generaciones más inmediatas, como la del 27, 98 o todos los hallazgos de las vanguardias, para instalarse, como mandaba la ideología de la dictadura, en el pasado imperial español, y en poetas como Garcilaso, al que neutralizaron su espíritu universalista y sus claves paganas.

Es, pues, el franquismo una época oscurantista, de derecha totalitaria, en la que quedó diezmada la cultura que no fuera afín al régimen. Todo tenía que girar alrededor de este espíritu de cartón piedra: literatura, filosofía, música, pintura, cine, escultura, etcétera. España quedó convertida en un erial cultural.

Los que comulgaron con los nuevos prebostes hicieron una literatura de victoria bélica. Un país diezmado por la guerra, el hambre, la desolación y la falta de libertad propició obras mediocres y libelos de alabanza al régimen totalitario. Asimismo, la inercia del franquismo, en ese aspecto, cuyas claves castrenses se contagiaron a la cultura, determinó un ambiente de mediocridad, dándole, con el correr de los años, ese tono deprimente y de desidia que en el terreno cultural mostró la dictadura franquista. Si algo brilló fue la literatura, el arte, el cine..., que floreció, a pesar del régimen, a finales de los sesenta y en los setenta. Es decir, la cultura crítica con el franquismo.

Para ir resumiendo, hay que decir de nuevo que la cultura cuando es innovadora y no mero espectáculo de alabanza al poder es progresista o es "crítica". En todo caso es libre.

Debemos recordar que las izquierdas democráticas son sinónimo de apertura intelectual, de ruptura de fronteras, de búsqueda de vínculos fraternos, de respeto a la pluralidad cultural y humana en general. Y todo ello es afín a la cultura en su esencia, puesto que en lo cultural hay que transgredir, llegar al límite de lo desconocido, e indagar y romper con lo establecido para crear algo nuevo.

Estas líneas generales de la mejor cultura no se avienen con el ideario de los conservadores, puesto que, para ellos, lo primero es el orden en sistemas tradicionales probados, aunque éstos sean injustos. Y la creación, vuelvo a lo mismo, muere en el orden convencional y trasnochado, o en la creación determinada por intereses sucedáneos que no sean la propia creación. En estas circunstancias, los escritores independientes se exilian o enmudecen, y algunos de ellos, los que no les queda más remedio que comer de la cultura, venden sus almas al régimen, y escriben al dictado. Son los censores de su propia creatividad que nace enferma, constreñida por los intereses ideológicos.

Se podría decir que para los conservadores la cultura debe partir de una subordinación al pasado, no debe romper con ningún sistema ortodoxo. Nada de crear ex nihilo, ni por yuxtaposición. Eso puede generar desorden, y la derecha no lo tolera, pues se trataría de una "cultura degenerada". ¡Qué horror!

Sin embargo, en ciertas ocasiones, podríamos atribuir esta, llamémosla, "acultura" al desinterés de la derecha autoritaria en un ámbito que sienten extraño o secundario para los propios hábitos vitales, y que arrastran desde el franquismo, sobre todo la derecha "de siempre" a la que le gustan "los toros, el puro, el vino y las rubias", según un sondeo reciente, publicado en EL PAÍS. Por supuesto, hábitos culturales decimonónicos.

Pero si hablamos de derechas autoritarias o de dictaduras también podíamos hablar de izquierdas autoritarias o de dictaduras de izquierdas..., incluso de dictaduras económicas. Un ejemplo, hoy por hoy, es la dictadura del mercado dentro de la narrativa española lo que hace derivar a todas nuestras novelas hacia la novela seudohistórica, una novela en el 90% de los casos pedestre y mediocre. Pero el mercado es lo que acepta en la actualidad y la literatura languidece a base de estar constreñida por las editoriales, porque hay que vender, y del autor, porque hay que publicar.

En definitiva, poder político y cultura van unidos. Que nos hablen de la cultura castiza que se instaló con el alcalde Manzano en Madrid, pero también la cultura es dominada por otros poderes, como, por ejemplo, el económico y el religioso, sobre todo.

Y vuelvo a la clave esencial, sin libertad no hay creatividad. Y en consecuencia no hay escritores, pintores, músicos, escultores, arquitectos..., hay "negros" que trabajan para el poder, en la dirección que les marquen. Y eso no es cultura sino doctrina.

En definitiva, la cultura no es patrimonio de ningún partido, no pertenece ni a los partidos de izquierda ni a los de derecha, pertenece a la creación "crítica", que es la creación en libertad del autor o artista. Pero, por supuesto, se identifica más con las izquierdas democráticas que con las derechas, aunque éstas no sean totalitarias.

Sería de agradecer que en el siglo XXI, los grupos políticos de una u otra ideología pensaran acerca de la necesidad de promover la "mejor" cultura para que sea embajadora y signo de una comunidad que quiere pisar con fuerza en el siglo XXI. -

Juana Vázquez es catedrática de Lengua y Literatura, periodista y escritora. Próximamente publicará la novela Con olor a naftalina (Huerga & Fierro).

arte y denuncia


Banksy alegra el Eurotúnel

El enigmático Banksy convoca a grafiteros de todo el mundo para realizar una exposición en el túnel que une el Reino Unido con el continente

EFE - Londres (El País) - 03/05/2008

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Un lúgrube túnel ferroviario de la línea Eurostar, los trenes que unen Londres con el continente, se convertirán en una de las atracciones artísticas de la capital británica gracias a una exposición de grafiteros de todo el mundo organizada por el misterioso Banksy.

El grafitero británico, cuyas obras alcanzan últimamente elevados precios en las subastas de Londres o Nueva York, ha reunido a cuarenta cultivadores del arte urbano para convertir un oscuro túnel del sur de la capital británica en una singular exposición.

El propio Banksy ha contribuido con varias obras, entre ellas una que representa a un encapuchado que se autolesiona, un buda con un collar ortopédico y un empleado municipal que intenta borrar unas supuestas pinturas rupestres, según informa el diario The Times, que publica algunas de las imágenes.

Los grafiteros han llegado de todas las partes del mundo, incluidos Estados Unidos y Argentina. El artista noruego Dolk ha pintado al Papa al estilo Marilyn Monroe sonriendo en plan coqueto mientras la túnica parece revolotearle. Según el argentino Federico, del colectivo de arte urbano Run Dont Walk, "todo ocurrió muy rápido. Nos dijeron que reservásemos nuestros vuelos. Es estupendo encontrarse aquí con gente de todo el mundo. No es una galería, sino algo muy especial". Leon, artista británico residente en Los Angeles, explica que aunque "es tradicional que los artistas del graffiti colaboren, es algo que no había ocurrido antes a esa escala".

"Siempre he pensado que cualquiera que sea capaz de pintar debería tener al menos tanto que decir sobre la estética de nuestras ciudades como los arquitectos y los publicitarios", afirma Banksy en declaraciones al periódico."Cubrir una calle entera de graffiti es la realización de un sueño aunque algunas personas hablarían más bien de una completa pesadilla". "Los graffiti no siempre estropean los edificios. Muchas veces incluso los mejoran. En unas pocas horas y con ayuda de unos cuantos botes de pintura es posible transformar un agujero inmundo en un bello oasis artístico", explica Banksy.

El diario The Times se comprometió a no revelar el lugar exacto donde se encuentra el túnel hasta las 22.30 de esta noche, aunque a partir del lunes todo el mundo podrá visitarlo y hacer sus propias pintadas. Se trata de la primera exposición organizada en el Reino Unido por Banksy desde la bautizada Crude Oils en el 2005, cuando expuso 164 ratas vivas y estropeó copias de cuadros famosos de Van Gogh y Edward Hopper.

02 mayo 2008

Un festival especial

Sobre cómo un festival de colegas se convirtió en el más admirado del mundo

My Bloody Valentine, el grupo que supo pintar de belleza el ruido, se reúnen y deciden qué grupos tocarán en la versión neoyorquina del All Tomorrow's Parties

  • Elena Cabrera, Madrid (Adn.es) | 24/04/2008 |

El festival indie por excelencia lleva el nombre de una canción de Velvet Underground. Se trata de una cita excepcional cuyas entradas no se venden por días sueltos e incluyen, inevitablemente, la estancia en un bungalow. Los tickets se agotan rápidamente y los periodistas no pueden acreditarse: todo el mundo está obligado a pagar.

Cada año los organizadores eligen a un grupo -o incluso a un dibujante como sucedió en 2003 con Matt Groening, el creador de Los Simpsons- para realizar la contratación artística. Y así, el visitantes descubre que la escena musical del momento vista desde la perspectiva de los músicos es muy diferente de la que tienen los promotores, atados a la demanda y guiandose por cifras de ventas o repercusión mediática.

Debido a los constantes cambios de la dirección artística, cada edición tiene un tinte diferente pues el cartel se pinta con los amigos, los favoritos o los vecinos del grupo que programa, como el año en el que Autechre (2003) invitó a Aphex Twin, LFO o Coil; Tortoise (2001) programó a Lambchop, Calexico o Yo La Tengo; y Mogwai (2000) se trajo a media ciudad de Glasgow como Delgados o Arab Trap, o a los muy similares musicalmente Godspeed You! Black Emperor.

Para todos aquellos a quienes la lectura de estos nombres les haya dejado tan frío como la frase Jian tian wan shang de piao you ma en chino pueden no estar interesados en este artículo, aunque entenderán uno de los motivos por los que suele ser emocionante un cartel del All Tomorrow's Parties: a un cualquiera se le puede decir que no pero, si tuvieras un grupo y tocaras sólo en circunstancias excepcionales, ¿serías capaz de decirle que no a tu colega si es él quien te lo pide? Muchos lo harían incluso gratis.

El esperado regreso de My Bloody Valentine

El festival que nació en Camber Sands (cerca de Londres, en el Reino Unido), se expandió hacia Estados Unidos en 2002, con una pata en Nueva York (la primera ocasión, capitaneada por Sonic Youth) y California en 2003. A España llegó en formato escenario dentro del festival Primavera Sound.

Este año, en septiembre y Nueva York, My Bloody Valentine serán las grandes estrellas, porque el grupo que creó el noise pop, abanderó el showgazer (guitarristas que tocan mirándose los zapatos o, en realidad, prestando atención a sus pedales de distorsión) y dio pie a todo el ruidismo posterior, tocará en Estados Unidos por primera vez en 16 años.

Y esto va a suceder en la edición neoyorquina del festival que, además, está programada por ellos. Los amigos que han invitado a su fiesta del mañana son los mencionados Mogwai, Polvo, Low o Shellac. Grandes nombres del rock más lento del mundo. Las entradas se ponen a la venta mañana, 25 de abril.

En España, primero

Antes de que los americanos se reencuentren con el grupo de Kevin Shields, España ya sabrá si la vuelta de los domadores de la distorsión ha merecido la pena, pues habrán tocado, en julio, en el Festival de Benicàssim así como en la cita del sábado de este mismo festival en Madrid. Benicàssim no es un festival extraño para Shields, pues en estos últimos años ha acudido en varias ocasiones como guitarrista en Primal Scream.

Antes de llegar a nuestro país el grupo habrá realizado nueve conciertos en Inglaterra (cinco de las noches, consecutivas en Londres), con todas las entradas ya agotadas, y dos festivales continentales, Roskilde (Dinamarca) y Zenith de Paris.

Volviendo a Nueva York, y siguiendo una costumbre instaurada por el propio All Tomorrow's Parties y copiada aquí y allá, algunos grupos interpretarán discos enteros, como es el caso de Built To Spill haciendo Perfect from now on, Meat Puppets con Meat Puppets II, Thurston Moore de Sonic Youth tocando su disco en solitario Psychic hearts y, la actuación más esperada de todas, por tratarse de un disco mítico, Tortoise con su Millions now living will never die, uno de los discos más emblemáticos del denominado post-rock.

¿Dónde está...

El cómic que ayuda a encontrar Bin Laden

Al más puro estilo '¿Dónde está Wally?', el terrorista más buscado aparece camuflado en un libro-juego en diferentes localizaciones, entre las que se encuentra Pamplona

Portada de la versión en inglés de '¿Dónde está Bin Laden?'

Ediciones B ha publicado el libro ilustrado ¿Dónde está Bin Laden?, en el que el lector debe encontrar al terrorista islamista en diferentes localizaciones.

El libro, que sigue el mismo esquema de la serie ¿Dónde está Wally?, sitúa al buscado Bin Laden en diferentes escenarios como París, Londres, los sanfermines de Pamplona, Amsterdam, El Cairo, Bali, Hong Kong, Sydney, Canadá, Afganistán o Nueva York.

Con texto de Xavier Waterkeyn e ilustraciones de Daniel Lalic, el libro invita al lector a encontrar también en cada escena su ametralladora, su cimitarra, su granada de mano, su paquete de dinamita, su mina, el Manual de la CIA que robó y un mapa de la ONU de las instalaciones de destrucción masiva.

En las diferentes localizaciones también están camuflados personajes populares como Gerard Depardieu, Kate Moss, Madonna, Naomi Campbell, Hugh Grant, Tony Blair, Celine Dion, Alanis Morissette, Jim Carrey, Avril Lavigne, Bill Gates, Michael Moore o Georges Bush.

Documentales on-line

Diez días de viajes por el mundo sin moverse de la butaca

Documenta Madrid permitirá a los realizadores regalar sus filmes 'online'

R. G. - Madrid (El País) - 02/05/2008

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Antonio Delgado, responsable del festival Documenta Madrid, lleva una chuleta para no olvidar todo lo que proyectará el certamen en esta quinta edición que comienza hoy y en el que, a lo largo de 10 días, el espectador podrá viajar a lo largo del mundo sin moverse de la butaca. Sólo en las secciones competitivas se mostrarán 105 películas, entre largometrajes y cortometrajes, y que podrán cobrar vida en la Red, ya que se abre la posibilidad de que los realizadores que así lo deseen cuelguen, con todas las garantías legales, sus títulos en Internet para que puedan ser descargados desde cualquier lugar del planeta.

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"El género vive un auge gracias a los festivales", dice el director

"En España estamos a años luz de países como Francia, la distribución no tiene cultura de documental, pero la realidad es que gracias a festivales como Documenta y otros muchos este género cinematográfico está viviendo un auge en nuestro país. Sólo en Documenta Madrid se van a proyectar 18 películas españolas en 35 milímetros, algo que era impensable hace sólo algunos años", asegura Delgado, para quien el certamen que hoy comienza mostrará toda una apuesta por la innovación del lenguaje audiovisual y formal muy por encima de lo que pasa en el género de ficción. "Hoy por hoy el lenguaje del documental es mucho más audaz", defiende el director del festival.

Serán un total de casi 1.000 los títulos, incluidos los de las cuatro secciones competitivas, que se proyectarán en varias sedes repartidas por la ciudad (cines Princesa, Círculo de Bellas Artes y otros centros, como la Casa de América, la Filmoteca, el Instituto Francés o el Instituto Goethe). Toda la programación y los horarios se pueden encontrar en la página web documentamadrid.com.

Además de los títulos a competición, el festival dedicará un homenaje al maestro Michelangelo Antonioni (1912-2007), con la proyección de su legado documental; también se adentrará en el 40 aniversario de Mayo del 68, no sólo con películas militantes y políticas rodadas en las calles de París, sino también en Estados Unidos, donde entonces surgía con fuerza el movimiento antibélico de Vietnam, o Praga, que sufrió por aquellos años la invasión soviética. Otra de las novedades de Documenta será la realización de una película documental en tres días. Los directores dispondrán de una cinta de 30 minutos y, tras comunicarles un tema que no conocerán hasta que comience el maratón, deberán realizar un corto de entre tres y cinco minutos.