19 octubre 2008

30 años al frente del Metropolitan

"Elitismo es hacer a la gente más cultivada"

EDUARDO LAGO 19/10/2008

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Él ha sido el Metropolitan. Este ilustrado aristócrata de origen francés ha dirigido durante 31 años el mayor museo del mundo. Ahora se va. Su legado: 84.000 obras y una forma de amar el arte.

Por espacio de 31 años, Philippe de Montebello ha estado al frente del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, uno de los cargos más poderosos del mundo del arte. Durante los 138 años de vida que tiene el museo, ha sido el octavo director en desempeñar el puesto y quien lo ha conservado durante más tiempo. Hace unos meses, en el transcurso de una reunión de su Consejo de Administración, anunció a quienes durante años habían apoyado apenas sin fisuras su gestión que había tomado la decisión de retirarse antes de finalizar el año en curso. Tras unos segundos de silencio incrédulo, los miembros del Consejo se pusieron en pie y prorrumpieron en una ovación que duró más de 10 minutos. "Supongo que me aprecian", afirma, haciendo gala de su proverbial laconismo, cuando le pregunto por aquel momento, sin traslucir ninguna emoción. Cuando los periódicos dieron la noticia al día siguiente, a los neoyorquinos les costó trabajo asimilarla, y es que resulta difícil imaginarse al MET sin Philippe de Montebello. Durante las tres décadas que ha durado su gestión, el museo ha multiplicado por dos su espacio expositivo; ha abierto nuevas colecciones y galerías, las más recientes, dedicadas al arte griego y romano; se han adquirido 84.000 nuevas obras de arte, incluidas obras tan emblemáticas como Campo de trigo con cipreses, de Van Gogh; Estudio de una doncella, de Vermeer, o el delicado lienzo titulado Madonna con Niño, de Duccio di Buoninsegna. Las exposiciones especiales realizadas durante los años de Philippe de Montebello han sido tantas y de tal calidad, que sería un ejercicio absurdo intentar destacar unas cuantas. En una ciudad que es uno de los centros que atraen mayor número de turistas del mundo, el Metropolitan es el lugar con el número más elevado de visitantes, casi cinco millones a lo largo del último año. Todo ello, sin hacer la menor concesión a quienes demandan un menor nivel de exigencia a fin de acercar el arte a las masas. Desde que lo nombraron director en 1977, Philippe de Montebello sólo ha sido fiel a una idea: exponer en las salas del museo a su cargo obras de arte que respondieran al máximo ideal de excelencia y calidad. Como dice él mismo, con orgullo legítimo, un paseo por las salas del MET equivale a recorrer milenios de lo mejor de la historia del arte universal.

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Su personalidad impregna todos los aspectos de la vida del museo. Toda su vida profesional ha transcurrido en este amplio complejo de edificios situado en la Quinta Avenida neoyorquina, a orillas de Central Park. Ni siquiera había terminado el doctorado cuando, en 1963, le ofrecieron trabajo como comisario ayudante en el departamento de pintura primitiva europea. Desde entonces, salvo un breve periodo de cuatro años, durante los cuales dirigió el Museo de Houston, sólo ha vivido para el MET. Costó aceptar

que había de ser así, pero finalmente se ha encontrado un sucesor, Thomas Campbell, uno de sus más fieles asesores, y todo está listo para la transición. Antes, a modo de despedida, el próximo viernes, se inaugurará una exposición que llevará el título de Los años de Philippe de Mon-tebello. Se trata de una muestra breve y exquisita organizada por los distintos departamentos del museo, coordinados por una de las más estrechas colaboradoras de quien durante años ha sido el alma del MET, Helen C. Evans, comisaria de arte bizantino.

La entrevista tiene lugar un día gris en su inmenso despacho, presidido por un enorme cuadro de Claudio de Lorena y por estanterías abarrotadas de los centenares de espléndidos catálogos que dan cuenta de los años de su gestión. Es un hombre alto, de porte aristocrático y voz profunda, que lleva gafas de montura metálica, y un traje de factura sobria y elegante, con chaqueta de botonadura cruzada. En la solapa luce una pequeña insignia, la rosette que lo acredita como miembro de la Legión de Honor, distinción que le fue concedida por el Gobierno francés en 1991.

Su biografía hace pensar más en un personaje novelesco que en un profesional que ha dedicado toda su vida a la gestión cultural.

Guy-Philippe Lannes de Montebello nació en París en 1936, en el seno de una familia aristocrática. Su madre, Germaine Wiener de Croisset, era descendiente del marqués de Sade, y su padre, Roger de Montebello, de uno de los generales favoritos de Napoleón, el mariscal Jean Lannes, a quien el emperador otorgó el título de duque de Montebello tras la victoria de sus tropas en la batalla del mismo nombre. Su bisabuela la condesa Laure de Chevigné fue uno de los modelos de los que se sirvió Marcel Proust para dar forma a la inolvidable duquesa de Guermantes. Su tía Marie-Laure de Noailles, a quien el pequeño Philippe trató asiduamente durante su infancia y primera adolescencia, yendo a visitarla en su mansión de la Place des États-Unis, fue una conocida y algo escandalosa mecenas del mundo de las letras y las artes de vanguardia en el París de entreguerras. En 1951, cuando Philippe contaba 14 años, su familia se trasladó con carácter definitivo a Nueva York. Tres años después, inició sus es-tudios en la Universidad de Harvard, con la certidumbre, que afirma tener desde los 11 años, de que durante el resto de su vida, el objeto de su devoción sería siempre, única y exclusivamente, el mundo del arte.

¿Cómo caracterizaría su legado al cabo de 30 años al frente del MET? No me corresponde a mí responder a esa pregunta; sería presuntuoso hacerlo. Otros han escrito que he marcado un rumbo firme y riguroso a la vez que innovador para el Metropolitan, pero incluso traer esto a colación resulta impropio. Sólo Napoleón estaría por encima de una ley así. Cuando le recriminaron su negativa a responder a las preguntas que le hacían, afirmó: "Yo soy mis propias respuestas".

Hoy día, muchos museos, algunos de renombre, parecen dar más importancia a los puntos de venta que al espacio expositivo mismo. Hay museos que parecen supermercados. ¿Ha vivido ese conflicto en el MET? Aplicado con carácter general, el juicio que acaba de emitir usted probablemente sea demasiado severo. Son bastantes los museos que han sabido evitar crear una atmósfera circense o comercial en su espacio. No niego que algunos hayan entrado de lleno en ese juego. En mi opinión, la clave está en el tratamiento que se elija dar a los espectadores que están deseosos de ver arte. El público que acude a los museos es gente alerta e inteligente, y hay que tratarlos como a tales. Los museos que adoptan medidas paternalistas, tratando de vendar los ojos a los visitantes u ofrecerles el sabor del día, tienen los días contados. El público quiere calidad, y si se pone a su alcance una experiencia artística y estética enriquecedora y de altura, jamás se cansará de volver.

Desde la atalaya que le proporciona la circunstancia vital en que se encuentra, ¿cómo ha evolucionado el concepto de museo desde sus orígenes hasta hoy? ¿Qué cree que va a ocurrir en el futuro? Como reza el título de un cuadro de Gauguin: D'ou venons nous? Que sommes nous? Ou allons nous? Las cosas han cambiado mucho desde que el Louvre abrió sus puertas en 1793. De un modelo aristocrático y exclusivista, sólo para unos pocos se ha pasado a un modelo abierto y democrático. Hoy día, los museos son auténticos laboratorios cuya función es preservar el conocimiento que representan las obras maestras de la humanidad, porque en ellas se encierran las claves de nuestro pasado histórico. En museos como el Metropolitan, las obras de arte expuestas permiten un estudio comparativo de todas las culturas de la humanidad. Literalmente, es posible efectuar un recorrido completo que abarca milenios. Ése es el activo con que contamos.

¿Y en cuanto al futuro? El reto mayor es cómo transmitir el sentido de tan formidable legado a las nuevas generaciones sin desvirtuarlo. No es fácil. Las encuestas ponen de relieve una alarmante falta de conciencia histórica entre los jóvenes. No es sólo una cuestión de ignorancia, sino de indiferencia, que es más grave. Las colecciones que alberga el Metropolitan no significan lo mismo para la mayoría de los jóvenes que para el público maduro. Si queremos que nuestra institución tenga sentido para la gente joven, las nuevas generaciones de comisarios y directores van a tener que estudiar y utilizar las herramientas de la comunicación. Es una de las razones por las que decidí dejar la dirección del Metropolitan. Nací antes de la II Guerra Mundial. Pertenezco a otra época. No me siento cómodo con las nuevas tecnologías.

¿Ha acariciado algún gran sueño o proyecto que al final se le haya quedado en el tintero? Podría hacer una larga enumeración de cosas que me gustaría hacer aún, pero prefiero concentrarme en los logros.

¿De cuáles se siente más satisfecho? Imposible aislarlos. En 31 años, los momentos importantes se cuentan por centenares. Veo las tres décadas durante las cuales he estado al timón del Metropolitan como una gran mancha en que se mezcla una miríada de recuerdos.

Siempre se le ha acusado de ser elitista. ¿Le molesta? No, porque para mí es un término que carece de connotaciones negativas. El problema está en la palabra misma. Para la mayoría de la gente, el vocablo encierra la idea de exclusión. Para mí, se trata exactamente de lo contrario. Elitismo, tal y como yo lo veo, es un símbolo de inclusión, un instrumento que sirve para conseguir que un número mayor de gente desarrolle un nivel de percepción y conocimiento más elevado, traer a la gente a una esfera de mayor refinamiento, hacerla más cultivada.

Otra acusación que le ha perseguido siempre es que no le presta suficiente atención al arte moderno. No es verdad. El Metropolitan exhibe obras de arte contemporáneo. Ahora mismo se pueden ver obras de artistas vivos en varias galerías. Está el Tiburón de Damien Hirst, tenemos obras de Terry Donovan, que tiene cuarenta y pocos años de edad. Hay fotografía contemporánea. El Metropolitan tiene como misión exponer el continuum de la historia del arte desde sus comienzos hasta nuestros días y todos los periodos están representados. Conviene no perder de vista que el MET se fundó en 1870, y si entonces se hubiera tomado la decisión de no coleccionar arte contemporáneo, hoy día no tendríamos la colección de arte impresionista y posimpresionista que tenemos. En el MET se puede ver arte contemporáneo, bueno y malo, porque, a diferencia del arte de la antigüedad, que ha pasado el test de la historia, el arte contemporáneo aún no lo ha hecho.

¿Qué cuadros le han conmovido más a lo largo de su vida? Muchos. Las meninas, de Velázquez; el Altar de Gante, de Jan van Eyck; el Altar de Portinari, de Hugo van der Goes, que se encuentra en la galería de los Uffizi. De los cuadros que hay en Nueva York, mi favorito es San Antonio en el desierto, de Giovanni Bellini, que está en la Frick Collection. Son tantos los monumentos inolvidables de la historia del arte... Et in Arcadia Ego, de Poussin, que se encuentra en el Louvre; La muestra de Gersaint, de Antoine de Watteau, que está en Charlottenburg; el Gran altar de Santa María, del maestro de Núremberg Wit Stwosz, en Cracovia..., y tantos otros.

¿Es cierto que el Ministerio de Cultura francés le propuso dirigir el Louvre? Más ajustado a la verdad sería decir que se me sondeó a fin de saber si estaría dispuesto a considerar la oferta. Como les di a entender que no aceptaría, jamás me lo llegaron a proponer formalmente.

Entonces, con la excepción de una breve estancia como director del Museo de Houston, toda su vida ha transcurrido en el Metropolitan. En Houston estuve cuatro años; el resto de mi vida se lo he dedicado al MET. Desde que entré en 1963 hasta hoy, jamás me he movido de aquí.

¿Le va a resultar muy difícil decir adiós a todo esto? Trato de imaginarme cómo será mi vida cuando deje de trabajar en el museo y no consigo hacerme a la idea. El día que me levante por la mañana y no tenga que venir aquí va a ser una experiencia surreal.

¿Qué le hizo tomar la decisión de dejar el cargo? En el plano personal, la voluntad de dejar el puesto en el punto culminante de mi carrera, gozando de buena salud y mentalmente alerta. Desde un punto de vista institucional, me pareció que, después de tres décadas, lo honesto era pasar el testigo a alguien perteneciente a otra generación, con ideas diferentes y deseos de explorar nuevas vías. De seguir más tiempo en el cargo, corría el peligro de convertir el Metropolitan en un museo de sí mismo. Por último, algo muy importante. Siento verdadera necesidad de pasar unos años sumergido en el mundo de las ideas sin el estorbo del trabajo de gestión. Al frente del Metropolitan, he logrado sacar adelante una enorme cantidad de proyectos, pero echaba de menos todo lo que conlleva el mundo de la reflexión, con toda la riqueza de matices que evoca en mí el verbo réfléchir en mi lengua natal: ahondar en la razón profunda de las cosas, sopesar detenidamente las ideas. Necesito calibrar a fondo la experiencia que he vivido, reflexionar sobre la idea misma de lo que es un museo, cosa que no podía hacer mientras estaba dirigiendo uno. Voy a impartir un curso de museología. Tengo verdaderos deseos de transmitir lo que sé, de ser una voz útil para los jóvenes.

Usted ha tenido palabras muy elogiosas para su sucesor, Thomas Campbell, pero, visto desde fuera, da la impresión de que su elección marca una línea de continuidad con su trayectoria. Sí y no. Sobre el papel da esa impresión. Como el resto de los directores del MET, menos dos, procede de la institución, pero en el momento en que asumimos la dirección del museo, lo llevamos por caminos muy distintos al heredado. Cada individuo deja inevitablemente su impronta.

¿Va a formularle alguna petición especial? Ya lo he hecho.

¿Y qué es? Es un secreto entre mi sucesor y yo (se ríe). Se sabrá en su momento.

Dentro de unos días se abrirá al público la exposición 'Los años de Philippe de Montebello'. ¿Cómo se ha llevado a cabo la selección? Se trata de una exposición que se me hace a modo de homenaje con piezas elegidas por los comisarios responsables de los distintos departamentos del museo. Yo no he intervenido; hubiera sido un detalle de pésimo gusto.

¿Cuáles son sus piezas favoritas entre las seleccionadas? Me resulta imposible contestar esa pregunta.

Me refiero simplemente a si algunos de los objetos expuestos tienen un significado especial para usted, como la guitarra de Andrés Segovia. Fue un momento maravilloso. Interpretó piezas con las guitarras que donó al museo. Una la tenía desde hacía años, y otra se la había hecho construir más recientemente por un guitarrero alemán. Recuerdo que me pidió que le sujetara el bastón mientras tocaba.

En la exposición también figura 'Madonna con Niño', de Duccio di Buoninsegna, que muchos consideran una de las adquisiciones más emblemáticas de su gestión. Fue un momento importante que tuvo un efecto transformativo sobre el museo. Ninguna colección de pintura primitiva italiana es satisfactoria si en ella no figura un duccio. Pero, además, se trata de una pieza maravillosa, una obra íntima, de una belleza y delicadeza insuperables.

En 2006 llegó a un acuerdo con el Gobierno de Italia en virtud del cual tuvo que devolver ciertas piezas de gran valor histórico como la crátera de Eufronio, de 2.500 años de antigüedad, considerada una de las joyas de la colección de arte grecolatino del museo. No cabe la menor duda de que a lo largo del siglo pasado se adquirieron bastantes obras de arte sin prestar demasiada atención a cómo se hacía. Pero también es cierto que hasta hace relativamente poco tiempo, en muchos de los países donde se encontraban las obras de arte originarias imperaba una actitud de laissez-faire. Ulteriormente, como consecuencia de una exaltación de la identidad nacional, muchos países empezaron a cobrar conciencia de su patrimonio, cosa que antes habían descuidado. Después de que se aprobaran ciertas leyes, y puesto que en este país la justicia reconoce las leyes de propiedad cultural vigentes en otros países, hubo algunas naciones que reclamaron obras de arte que aparentemente habían salido de sus países de origen sin haber pasado los controles adecuados. De modo que en ciertos casos se juzgó que lo que procedía hacer era devolver ciertas obras de arte. Y no sólo a Italia; he devuelto obras de arte a muchos países, como India y Egipto, y otros, en algunas ocasiones sin que se presentaran reclamaciones. En algunos casos, yo mismo informé a las autoridades nacionales de que, al hacer la investigación correspondiente a ciertas piezas, habíamos descubierto que las habían robado de un museo, o que habían sido adquiridas ilegalmente, y procedimos a devolverlas. La cuestión de la propiedad cultural de las obras de arte es algo muy complejo.

Por ejemplo, para un español resulta extraño ir al Metropolitan y tropezarse con la Reja del Coro de la Catedral de Valladolid. ¿Dónde poner el límite? ¿Cómo cree que se sentirá un italiano contemplando los tizianos que hay en el Prado? Hoy día, las cosas son distintas, pero así es como se construyeron los grandes museos del mundo. No creo en los ejercicios retrospectivos de rectificación histórica. Son muchos los ejemplos que demuestran que es un error aplicar criterios actuales a actuaciones de otras épocas. No se pueden juzgar las costumbres de un periodo conforme a los principios éticos de otro. Es un sinsentido.

Usted fue uno de los primeros en lanzar la voz de alarma advirtiendo del peligro que corrían los budas de Bamyan en Afganistán y proponiendo un plan de rescate. Los desastres naturales han causado estragos incalculables en el legado artístico de la humanidad, eso es algo inevitable, pero lo verdaderamente trágico es cuando la destrucción es consecuencia de las ideologías. Sí, la gente se quedó espantada porque pudo ver las fotos de la voladura de los budas de Bamyan, pero no era nada nuevo; recuerde a los iconoclastas de las guerras de religión en Francia, con la destrucción de los tesoros que había en las iglesias. Los fundamentalistas radicales islámicos del talibán estaban empeñados en erradicar el menor trazo de otras civilizaciones y religiones que no fueran la suya. Pero su actitud no difiere mucho de la de la Comuna de París durante la Revolución Francesa, cuando se ordenó por decreto, y no el populacho, sino las autoridades, que se decapitara a todos los reyes bíblicos de la fachada de Notre Dame porque representaban el orden monárquico derrocado por la Revolución. ¿Qué diferencia hay entre una actitud y otra? Es algo que se ha repetido muchas veces a lo largo de la historia, y es lamentable; se ha perdido tanto arte así... Y no creo que las cosas cambien mientras la naturaleza humana sea como es. ¿Qué se puede hacer? Yo hice una propuesta por mediación de las Naciones Unidas, pero no sirvió de nada. Los talibanes destruyeron los budas y la humanidad entera salió perdiendo. Es muy triste.

Philippe de Montebello (París, 1936), descendiente de una de las más linajudas familias francesas, ha dirigido el mayor museo del mundo durante 31 años. Su personalidad ha impregnado todos los aspectos del Metropolitan Museum de Nueva York (MET), empezando por su voz, de timbre grave y dicción aristocrática, grabada en las guías, donde comenta las obras más emblemáticas de la institución en cinco idiomas diferentes.

Uno de los mejores recuerdos que Philippe de Montebello se lleva de su gestión es el del concierto que el guitarrista Andrés Segovia interpretó en el MET en 1986. "Fue un momento maravilloso", asegura Montebello, quien recuerda que Segovia le pidió que le sujetara el bastón mientras tocaba, instante que recoge la fotografía. A principios de este año, Montebello anunció su retirada. Nadie le creyó. En unas semanas se hará realidad, pero el director que más años ha estado al frente de este prestigioso museo es consciente de que ha dejado un legado importantísimo por el que se le recordará siempre.

17 octubre 2008

No sólo Camela, en Cassette

La cinta de 'cassette' aún no es historia

M.M.. 17.10.2008 - 09:43h
La cinta de 'cassette' aún no es historia
Son una especie en extinción. Pero a pesar de ciertas modas, de las nuevas tecnologías y de la progresiva crisis, las míticas cintas de cassette aún sobreviven.

Y también se venden, porque en 2007 se compraron nada menos que 5.000 unidades en nuestro país, según los datos de Promusicae (los productores de música). Muchas de las grandes discográficas dejaron de apostar por este formato hace tiempo, entre los años 2003 y 2004, siendo algunos artistas como Julio Iglesias o David Bisbal de los últimos en aprovecharse de la frágilbanda magnética.

Lejos queda la primera remesa que la compañía Philips introdujo en Europa en 1963. Y lo de encontrar ejemplares en centros comerciales de renombre es misión imposible. Entonces, ¿dónde buscarlas ahora? Su hábitat natural es variado: desde bares de carretera hasta E-Bay. Pero también las hay en tiendas de música residuales y en los más oscuros cajones de nuestras casas.

Cintas de segunda mano

Cintas de cassetteEl submundo de los cassettes se retroalimenta, en gran medida, con el mercado de segunda mano. En varias páginas de Internet pueden leerse miles de reclamos del tipo "vendo gran lote de cintas de cassette", "lo mejor de Los Chunguitos" o "pieza de colección; un lado con temas de The beatles y otro con temas de los Rolling...". Cintas vírgenes aparte.

Pero quizá el vivero de este formato siempre fueron las gasolineras. Y sus benefactores, aunque suene a tópico, los conductores de camiones. Angel Checa, director de la empresa Millana, lleva más de 25 años distribuyendo música a estos establecimientos, en esos expositores rotatorios que tantas veces hemos ojeado.

Cree que la gente compra "por impulso", por eso, asevera, "nadie sabe lo que vendían Pepe Marchena o La niña de la Puebla" y, recientemente, "Camela" en estas tiendas.

El boom de la rumba

Cintas de cassette - Julio IglesiasCheca recuerda que su compañía llegó a comprar de una vez 5.000 unidades de cada uno de estos artistas. El punto álgido fue quizá la explosión "de la rumba", con "Los Chichos"; y luego, el bajón, "hace tres años y medio". Todo el stock que tenían desapareció gracias a las reposiciones rotatorias.

"Otras empresas", revela tuvieron que «tirar a la basura» miles de copias. Y aunque se encuentran todavía ejemplares analógicos, con la reconversión a CD se sigue apostando por "lo antiguo". Así lo constatan en la estación de servicio de Puerto Lápice, en la naciona l V, en Ciudad Real.

Uno de sus empleados, Miguel Ángel García, ve cómo a diario vuelan los discos de Triana o Antonio Molina. "Compran mucha copla", explica, "y no es gente tan mayor". No es para menos, con los clásicos a 7,90 euros. Regalados, oiga.

¿Qué hago con mis reliquias?

Existen varias maneras de dar otro uso a las viejas cintas de cassette. Una, la más práctica, es convertir la música que contienen al formato MP3. Existen varios aparatos en el mercado que lo hacen mediante una conexión directa con el ordenador. Otra es hacer dinero.

El norteamericano Bob Paris lo ha conseguido con una empresa de venta por catálogo que surte, sobre todo, a cárceles. Por último, la vertiente más nostálgica, que consiste en compartir historias. En la web cassettefrommyex.com puedes hablar de esa cinta que su ex novio o ex novia te grabó con amor.

Camela, una "leyenda urbana"

CAMELANo eran el hit de las gasolineras, es una "leyenda urbana; es que cuando empezaron no existía el CD", explica Ángel Sánchez, manager del grupo, De sus 4 primeros discos vendieron 3 millones de copias. Y a día de hoy, 7 millones. Dentro de poco cumplen quince años en la música.

Un poco de teatro

El FIT va más allá del escenario

La denuncia social marca el Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz

PEDRO ESPINOSA - Cádiz - 17/10/2008

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La esencia del Festival Iberoamericano de Teatro (FIT) sigue siendo la misma, aunque haya cambiado la camaradería de la Residencia del Tiempo Libre de Cádiz por las funcionales instalaciones de Bahía Sur en San Fernando como sede principal. Las obras y las actividades de esta vigésimo tercera edición se mueven en una doble vertiente: La denuncia de las desigualdades de la realidad y la investigación sobre las miserias y grandezas humanas que permite la representación sobre el escenario.

Lilián Olhagaray se pinta la raya del ojo ante el espejo de su camerino. Es toda en una estrella en su país, Uruguay, una dama del teatro, quien, junto a su marido, el también actor Júver Salcedo, puso en marcha a finales de los 70 la compañía Teatro de la Gaviota. Son un referente porque tienen su propio teatro con dos salas, un edificio del que presumen por haber sido declarado monumento histórico nacional y por albergar también una prestigiosa escuela de arte dramático. Olhagaray se pinta la raya del ojo para convertirse en Rosemarie, la protagonista de Erling, de la sueca Christina Herrström. "Habla de la soledad, de los hijos, del reencuentro, de lo que nunca concretamos y pasa de largo igual que avanza la vida", explica la actriz durante la pausa que realiza en su sesión de maquillaje.

Apenas queda una hora para la representación de la obra. Los técnicos del FIT se afanan en ultimar los detalles de la sala Tía Norica del Baluarte de la Candelaria, uno de los múltiples escenarios que se reparten estos días por la ciudad de Cádiz. "Es una experiencia muy especial porque estamos en un lugar muy lindo", resume Lilián Olhagaray.

Los componentes de Teatro de La Gaviota no protestan por el cambio de la sede principal. El traslado ha sido forzoso porque la Residencia del Tiempo Libre permanece cerrada y no se ha encontrado otro lugar en la capital gaditana para ubicar al medio millar de actores, directores y técnicos que mueve el FIT. Por eso los miembros de la compañía colombiana Asociación Los Ojos del Hermano Eterno preguntan tanto por el precio del taxi entre San Fernando y Cádiz. "Nos han puesto en un sitio de compras y nosotros queremos pasear, estar cerca de la playa y ver cosas", explica el director, Manuel Orjuela.

Su compañía es peculiar. Apenas nunca repite con los mismos actores. El director huye del compromiso y la sensación de familia que se crea en otros colectivos teatrales. A Cádiz ha llegado con Simplemente el fin del mundo, un texto de Jean Luc Lagarce. "Es la historia de un hombre que vuelve para visitar a su familia y anunciar su muerte", explica Orjuela. El fondo es una reflexión sobre la falta de comunicación. Una ausencia que es la base, en su opinión, de la imposibilidad de acabar con la violencia y encontrar la paz.

El FIT arrancó con la compañía española Animalario y su Argelino, servidor de dos amos, una obra muy crítica sobre problemas sociales como la exclusión de los inmigrantes o la violencia de género. La denuncia social se apropia de argumentos teatrales que se llevan a escena en este certamen y que se combina con la búsqueda de otros retratos más humanos y personales. Pero casi todas las obras llevan a un debate profundo o, al menos, a una reflexión.

En este marco las organizadoras del Encuentro de Mujeres Iberoamericanas han hallado en el festival el mejor escenario para llevar sus reivindicaciones. Se cumplen 12 años de estas jornadas y su coordinadora, Margarita Borja, está encantada. "Se mantiene como un lugar de encuentro de países muy alejados. Hemos sido las creadoras de una comunidad en español y portugués, capaces de influir porque todas nuestras actividades y propuestas quedan reflejadas en un libro de actas", detalla. Este documento está sirviendo de instrumento a estudiosos e investigadores de la creación en ambos continentes.

Borja cree que se han dado pasos para el reconocimiento de la mujer en las artes. "Nosotras pedimos que la Ley de Igualdad incluyera una mención a la creación artística e intelectual. Y ha sido así. El FIT, al igual que otros certámenes, ha ampliado las producciones de las mujeres". Hay motivos suficientes para mantener los encuentros. Recuerda, por ejemplo, que hay actrices perseguidas en Colombia por haber reclamado el fin de las guerrillas. De todo se hablará en los encuentros. Entre talleres de máscaras, charlas y representaciones. Porque todo ese compromiso reclamado en Cádiz se lleva a escena. Hoy el FIT se rinde ante La Zaranda, compañía jerezana (Cádiz) que lleva 30 años sobre unas tablas. Otro ejemplo de compromiso que se llevará hoy el Premio Atahualpa del Cioppo.

Citas ineludibles

- Fundación Chiminigagua Pasacalle y parada acrobática. Espectáculo de calle. Hoy en la Plaza de San Antonio. A las 20.00.

- Montevideo Teatro Las apariencias engañan. Comedia. Hoy. Baluarte de Candelaria. A las 21.00.

- Grupo de Dança Primeiro Ato Geraldas y avencas. Danza contemporánea. Mañana. Teatro Falla. A las 22.00.

- Compañía Alicia Soto - Hojarasca In vino veritas. Danza contemporánea. 24 de octubre. Baluarte de Candelaria. A las 23.00.

El top-manta de Madrid se convierte en asociación

Unos 100 'sin papeles' crean la primera asociación de 'manteros' de Madrid

El grupo pide hoy el indulto para un compañero con una sentencia de expulsión

DANIEL BORASTEROS - Madrid - 16/10/2008

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Mor tiene que tomar una decisión. El 28 de octubre su sentencia será firme. Tiene dos posibilidades: cárcel durante 18 meses o expulsión de Europa con el compromiso de no regresar en 10 años. Hace un año la policía le sorprendió vendiendo películas pirateadas en la calle. Delito contra la propiedad intelectual, dice la ley. Ayer le rodeaban algunos miembros de la asociación de sin papeles de Madrid. Un grupo de unos 100 hombres, mayoritariamente senegaleses, que se gana la vida con el top-manta. Su primera actividad, pese a que la idea de unirse surgió hace algunos meses, será pedir hoy el indulto de Mor.

"¡Hay que espabilarse y buscarse la vida!", se justifica Omar, un miembro especialmente locuaz del corro de hombres que rodea a Mor. "La gente que te acoge en España no te deja quedarte a vivir con ellos si no aportas dinero". En un cálculo veloz y no del todo consensuado, otro miembro de la asociación cifra en 10 euros su beneficio diario. "Para conseguirlo pasas muchas horas en la calle y mucho miedo de que te diga la policía: '¡Te pillé!".

Mor observa a sus compañeros apoyado en la pared del sótano. En el suelo permanecen extendidas las pancartas que están rotulando. Hoy a las ocho de la tarde se manifestarán en su barrio, Lavapiés. Mor apenas habla español. Prefiere explicarse en woloff, la lengua mayoritaria de Senegal, y aguardar a que le traduzcan. Dice que pagó 300 euros por el viaje a Tenerife hace dos años y medio. También que de él dependen económicamente 11 personas.

El segundo mensaje de Mor, siempre en woloff, es más poético: "A todos los que partieron conmigo a Canarias se les puede dividir en tres grupos: los que nunca llegaron, los que se quedaron allí internados y los que estamos a la deriva por la Península". Esto, la imagen de estar a la deriva, es el lema que han escogido para la pancarta principal.

Más prosaico, Daura se defiende de quien le reprocha que se dedica a una actividad ilegal. Alega que tiene que "vivir de algo, como todos" y que no vende "drogas", ni mata "a nadie". Como colofón recurre a la paradoja del inmigrante: "Si no me dan un trabajo no me dan papeles y si no tengo documentos no me dan trabajo".

En resumen, que según los siete miembros de la asociación reunidos ayer en torno a Mor, la policía cada vez persigue más esta clase de delitos. "Sobre todo en el metro, que se pasa mucho miedo porque te esperan en las salidas de Sol o Gran Vía", precisa Daura.

Tienen una convicción. Que "el mundo está mal repartido". Y un eslogan: "Hemos nacido con papeles. Todos tenemos papeles". El primer paso, convencer al Gobierno de que indulte a Mor. El segundo, que les deje "un poco en paz".

Sobreviviendo a la industria

Solera 'indie'

El sello madrileño Munster cumple 25 años de coherencia rockera

RAMÓN FERNÁNDEZ ESCOBAR - Madrid - 16/10/2008

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Cinco lustros en la trinchera de la independencia musical. Suficientes para una certeza: "Munster nunca habría sido posible sin la vitalidad de Madrid y su escena. Y no me refiero sólo a los músicos, también a los dueños de los clubes, a los pinchas o al tío que llena las cajas de botellas en los bares".

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Con Vampisoul rescata ahora tesoros ocultos de música negra y latina

El autor de esas palabras, Íñigo Pastor (San Sebastián, 1968), celebra las bodas de plata de su sello, veterano del paisaje indie. También una trayectoria pertinaz, con arranque en forma de fanzine: "La Herencia de los Munster, por el título de una peli vinculada a la serie de televisión. A mi hermano Gorka y a mí nos gustaban el terror y la serie B. Pagamos la imprenta del primer número con el dinero de mi cumpleaños. Y luego empezamos a incluir flexidiscos". Santurce, 1983: la semilla.

¿El capítulo decisivo? En Madrid, tres o cuatro años después: "Me había instalado con la excusa de estudiar, pero sólo quería moverme en la música. Al garito donde pinchaba, el Rock Club, venía un tipo solitario con el que solía charlar. Le había hablado de mi fanzine. Una noche sacó 40.000 pesetas de un cajero y me dijo: 'Ya me las devolverás'. Nunca más apareció. Y con ellas llegó el color a la revista y la decisión de dedicarme a esto".

Íñigo rememora: "Por entonces, los grupos consolidados de la movida estaban en la estratosfera respecto a mi mundo, que era el de bares de rock como el Agapo. Y las compañías independientes, Dro, Gasa o Victoria en Barcelona, pertenecían a otra liga. Sus integrantes ya habían trabajado en sellos. Nada que ver con Munster, que nació como una experiencia de negocio desastrosa, sin previsión alguna. En realidad siempre nos hemos currado sólo el aspecto artístico, intentar hacer los discos que nos apetecían".

Primero, el vinilo, soporte de plena vigencia en Munster. Luego, el advenimiento del CD: "Nuestra referencia inicial fue un tributo a Alex Chilton. Fabricarlos costaba casi como un piso", bromea Íñigo. Prestó su experiencia en ese sentido a sellos posteriores como Subterfuge, Siesta o Elefant. Y puede presumir de pionero en editar recopilatorios de grupos internacionales o establecer un club del Single: "Con una cuota anual, siguiendo el ejemplo de Sub Pop en Estados Unidos".

También reconoce el patinazo de su paréntesis al frente de la desaparecida distribuidora Comforte y el gafe que le llevó a ir perdiendo sus bandas nacionales en los noventa. "Penelope Trip, por ejemplo, desconfiaban porque las ventas no se correspondían con las críticas. Acabé tan harto que les dejé marchar sin pedir un duro. Otros como Pribata Idaho se fueron como llegaron: sin contrato firmado. El apretón de manos aún se lleva aquí, salvo para las licencias".

El perfil rock de Munster se ha volcado últimamente en las reediciones ("aunque tenemos esperanzas en un nuevo grupo, Wau y los Arrrghs!!!") y, en esa línea, se compagina con el subsello Vampisoul, experto en rescatar con éxito tesoros ocultos u olvidados de las músicas negra y latina. "De Sly Stone, Betty Davis o Erma Franklin a grupos uruguayos, de afrobeat o del jazz checoslovaco".

Su creciente imagen de gourmet retro permite a Íñigo ejercer de dj por el mundo. "Ahora me voy a Ámsterdam. Son las ventajas del estatus actual de los pinchadiscos. En mis tiempos del Rock Club esto no era así de glamuroso", ironiza antes de despedirse con dos sentencias: "Molan los artistas, no los que van de artista. Y la gente que trabaja en la industria no tiene ni idea de música. Ni le gusta".

Regalar es rentable

Regalar música en Internet es rentable... al menos para Radiohead

La banda ha ganado más dinero con su álbum 'In Rainbows', que regaló en la Red, que con su anterior trabajo

LAURA CORTÉS - Madrid (EL País)- 16/10/2008

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El pasado mes de octubre el grupo británico Radiohead trastocó las reglas de la industria musical al colgar su nuevo trabajo, In Rainbows, en su página web durante tres meses. El precio, el que el internauta quisiera pagar.

Radiohead

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Género:
Pop - rock internacional
Último disco:
In rainbows

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El sorprendente invento no impidió que, una vez que el disco llegó a las tiendas de manera tradicional, se colocara en primera posición entre los más vendidos de Reino Unido y de la revista Billboard. La estela de Radiohead fue luego seguida por otros artistas, entre ellos Nine Inch Nails.
Tras el experimento de Radiohead había una cabeza pensante: la de Jane Dyball. Ahora, esta responsable de la discográfica Warner/Chappell, ha explicado en las jornadas musicales You Are In Control (que se celebran estos días en Reykjavik) el éxito de esta innovadora promoción.
Dyball ha contado como, a pesar de tener la posibilidad de adquirirlo gratis, más de 30.000 personas pagaron el precio completo del álbum cuando este salió en la tienda online de discos iTunes: "La banda ha hecho más dinero con In rainbows que con su disco anterior, Hail To The Thief".
Parece ser, por tanto, que la opción de descargar el álbum al precio que uno quisiera durante tres meses no ha restado beneficios al grupo, aunque la discográfica continúa sin querer dar datos de la media que pagaron los internautas por bajárselo.
Sin embargo, Dyball, no ha sabido contestar si esta experiencia se repetirá en el futuro, ya que para ello tienen que darse varios factores, en el caso de Radiohead "estaban en cierto punto de su carrera y además no habían firmado aún con ninguna discográfica para sacar el álbum".