25 septiembre 2008

Fotomontajes en las vanguardias

El recortar y pegar vino del Este

Una exposición reúne en Londres lo mejor de las obras creadas con fotomontajes en la época de las vanguardias rusas y alemanas del siglo XX

  • EFE, Londres (Adn.es) | hace 11 horas | comenta | Votar

Postal para la Spartakiada de 1928, una de las obras que forman parte de la exposición dedicada al fotomontaje europeo entre 1920 y 1945.

EFE

La Estorick Collection, pequeño museo londinense que cuenta con una excelente colección de arte moderno italiano y presta especial atención a las vanguardias del siglo pasado, presenta hasta el 21 de diciembre una exposición dedicada al fotomontaje europeo entre 1920 y 1945.

Aunque la manipulación de las imágenes fotográficas es tan vieja como la fotografía, la concepción modernista del fotomontaje es una extensión radical de técnicas y actividades creativas que emergieron por primera vez en los collages de movimientos artísticos como el dadaísmo, el cubismo o el futurismo.

Como explica el comisario de la exposición, el alemán Lutz Becker, el método fue desarrollado por primera vez hacia finales de la Primera Guerra Mundial casi simultáneamente en Berlín y en Moscú.

En la capital alemana, lo hicieron artistas antinazis tan conocidos como John Heartfield, Georg Grosz o Hanna Höch, mientras que en Moscú diversos constructivistas como El Lissitzky, Varbara Stepanova y Gustav Klucis comenzaron a incorporar imágenes fotográficas a sus obras.

Aunque admiraban el entusiasmo y vigor del capitalismo norteamericano de entonces y en especial sus manifestaciones tecnológicas y arquitectónicas, los modernistas alemanes confiaban, como los rusos, en la llegada de un socialismo de carácter fuertemente utópico.

Europa se entera de qué es la vanguardia

El primer encuentro directo de Occidente con las obras de la vanguardia rusa fue gracias a una exposición que se organizó en 1922 en la galería berlinesa van Diemen, en la que una serie de jóvenes artistas soviéticos presentaron obras constructivistas de un rigor y una claridad extraordinarios.

Los intercambios culturales entre Alemania y la joven Unión Soviética durante los años noventa contaron en Alemania con el apoyo de los partidos de izquierda, en especial los comunistas, a los que pertenecían algunos creadores como el citado Heartfield.

Como explica el comisario, desde su llegada a Alemania en 1922, el constructivista El Lissitzky se convirtió en intermediario entre los vanguardistas de la Europa Occidental y del Este y las relaciones que estableció con los impulsores de la abstracción geométrica en Occidente fueron la base del constructivismo internacional de los 90.

Becker señaló que los primeros fotomontajes, en los que se materializó "el espíritu y la práctica" del constructivismo, los hizo en 1919/20 un joven estudiante de arte llamado Gustav Klucis, en una versión tipo collage de su pintura Ciudad dinámica, en la que amplió la composición pegándole fragmentos de rascacielos y figuras de constructores.

Tras la muerte de Lenin en 1924, la principal preocupación de Klucis fue la perpetuación del mito en torno a su figura como lo demuestran las ilustraciones para la revista Moladaia Guardia (Joven Guardia), aunque a partir de 1929 mezcló las imágenes del líder soviético y su sucesor, Stalin, para sugerir un sentido de la continuidad.

Nuestra república, también

En la exposición hay una muestra muy interesante de carteles de Klucis, del mucho más conocido Aleksandr Rodchenko y otros artistas como Serguéis Senkin o Varvara Stepanova, junto a obras en las que sus famosos colegas alemanes como Heartfield, Grosz, Höch o Erwin Blumenfeld denunciando la brutalidad del régimen hitleriano o el soborno del Adolf Hitler por el mundo del capital.

También hay excelentes ejemplos de la gran calidad del grafismo y el fotomontaje, con figuras como los holandeses Piet Zwart o Gerrit Kijan, el suizo Jan Tschischold o los italianos Bruno Munari y Enrico Pampolini, muchos de ellos, como tantos de los más de 160 trabajos reunidos, de la colección neoyorquina de Merril C. Berman.

Y el cartelismo español está representado por tres trabajos anónimos, uno que anuncia el diario catalán de los trabajadores de la ciudad y del campo, Treball, españoles, y otros dos, editados por el ministerio de Propaganda de la República, dirigidos ambos a llamar la conciencia del mundo sobre la agresión sufrida por la democracia y el pueblo españoles.

Uno de ellos presenta a una madre con su hijo y una casa bombardeada por la aviación mientras que el otro, de gran calidad estética, muestra el primer plano de una niña mientras la sobrevuela, en perfecta formación, una escuadrilla de bombarderos.

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