10 enero 2010

La risa también es importante

El templo de la risa cumple 50 años

Estados Unidos celebra el aniversario de The Second City, la factoría cómica que lanzó a John Belushi, Bill Murray, Dan Aykroyd o Tina Frey

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Jim Blum y Harold Ramis realizan un sketch en The Second City en 1969.
ROBERTO ARNAZ - LOS ÁNGELES - 09/01/2010 08:00

Hace justo medio siglo, tres estudiantes de la Universidad de Chicago decidieron que EEUU había perdido su gracia. Bernard Sahlins, Paul Sills y Howard Alk creían que había llegado el momento de poner en marcha una revolución humorística. Sus armas eran simples pero poderosas: sátira, improvisación y un sentido del humor a prueba de tabúes y censura. En menos de un mes convirtieron una antigua lavandería china y una tienda de sombreros en la meca de la nueva comedia estadounidense. El miércoles 16 de diciembre de 1959, el café-teatro The Second City encendía sus focos y, lo que empezó como una gamberrada, se convirtió en la más prolífica fábrica de cómicos jamás vista.
Sobre su escenario se han graduado, y con matrícula, varias generaciones de los mejores actores de comedia. Entre los miembros iniciales destacó Alan Arkin, que en la década de los sesenta se convirtió en un icono de la comedia gracias a un sketch en el que hablaba por teléfono con Dios para informarle de cómo iba el cásting de los aspirantes a embarcar en el Arca de Noé.

El relevo

Dan Aykroyd, Jim Belushi o Bill Murray tomaron el relevo en los setenta y ochenta, la época dorada de un colectivo que ha vuelto a reverdecer sus laureles con el éxito de Steve Carrell o Tina Fey (la célebre imitadora de la republicana Sarah Palin) en series como The Office o 30 Rock. "Hemos tenido influencia sobre todas y cada una de las décadas" asegura orgulloso Andrew Alexander, propietario de la factoría desde 1985. "Nuestro humor fue importante en los setenta, con el Saturday Night Live; en los ochenta con los filmes de Harold Ramis; en los noventa con Mike Myers; y ahora con la nueva generación capitaneada por Tina Fey", dice.
Se convirtió en la más prolífica fábrica de cómicos jamás vista
The Second City sobrevive gracias a la misma fórmula: un pequeño grupo de actores jóvenes que han hecho de la sátira y la improvisación su sello. "Es una fábrica de comediantes", cuenta Harold Ramis, antiguo miembro del grupo y director de Atrapado en el tiempo y Cazafantasmas. La clave de su longevidad pasa por su legión de admiradores y un volumen de negocio anual de más de 30 millones de dólares. Cuenta con dos escenarios fijos en Chicago y Toronto-, cuatro shows que recorren el país y una escuela de cómicos.

Un éxito desde la primera función

The Second City fue un éxito desde la primera función. Cada noche, el local se llenaba para ver a sus cómicos reirse de temas tan serios como el matrimonio, el jefe o la muerte. En sólo tres meses llamaron la atención de Time: "El decadente estilo de la sátira había vuelto a florecer con brillo", escribió su crítico. Cambiaron para siempre la forma de hacer comedia sobre un escenario, cine y televisión.
Del humor más grueso a la fina crítica política, nada se les resiste, ni siquiera la cárcel de Guantánamo o los ataques terroristas del 11-S. Incluso dedicaron una sátira a Superman: un grupo de personas a las que han robado esperan la llegada del superhéroe, que aparece en silla de ruedas, situación en la que se encontraba entonces el actor Christopher Reeves. "Al principio hubo un gran silencio, pero enseguida el público rompió en una enorme carcajada", recuerda Sheldon Patinkin, uno de los fundadores. Como afirma Ramis, "la mejor comedia es atemporal y universal. Cuando aciertas, dura para siempre", zanja.

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