26 agosto 2008

Las raíces de la música by Ry Cooder

El rey nómada

Música Por David Morán

23 de agosto de 2008 - número: 864 (Abcd de las Artes y las Letras)

No le falta razón a Rylan Peter Cooder cuando asegura que las buenas ideas hay que defenderlas a capa y espada. Eso es precisamente lo que lleva haciendo el autor de Alamo Boy desde que se animó a investigar las raíces musicales de los emigrantes suramericanos y sus puntos de contacto con el rock y folk estadounidenses y colocó sin darse cuenta la primera piedra de una espléndida trilogía a la que le han bastado medio centenar de canciones para desentrañar la madeja del folclore norteamericano con minuciosos estudios de cada uno de sus pilares sonoros básicos. I, Flathead es, de hecho, la cumbre de esa escarpada montaña de sonidos tradicionales, estilos fronterizos y poderosas aleaciones que Cooder comenzó a escalar en 2005, año en que el impulso vigoroso de Buenavista Social Club y el vendaval caribeño de Mambo Sinuendo le llevaron a las puertas de Chavez Ravine, auténtico kilómetro cero de toda esta historia.

VAGABUNDEANDO. «Hablo de la clase trabajadora, de tipos que sudan, de gente realmente honesta», asegura Cooder sobre un trabajo que, editado originalmente en un lujoso formato de audio-libro, recrea las aventuras y desventuras de un músico imaginario de los años cincuenta nacido de la misma chistera que alumbró a Buddy, el gato callejero y comunista que guiaba al oyente por los rincones de My Name Is Buddy. Ese personaje nómada y vagabundo, alter ego de un músico que no ha dejado de cambiar de carril y de diseñar nuevas intersecciones colaborando con artistas tan dispares como el africano Ali Farka Touré, los cubanos Compay Segundo e Ibrahim Ferrer o el cineasta Wim Wenders, para quien Cooder escribió la célebre banda sonora de París, Texas, resume a la perfección la esencia de un Cooder empeñado en capturar el movimiento perpetuo de una música mutante que, como el paisaje, no deja de evolucionar y transformarse. Así, si Chavez Ravine le acercó a México y My Name Is Buddy le llevó a explorar la América profunda, I, Flathead recorre el sur de California en un intento por apresar las constantes perversiones de la música popular. Normal, pues, que este nuevo trabajo sea una vibrante y explosiva olla a presión en la que burbujean rock, blues, tex-mex, folk, country, ritmos fronterizos e incluso un homenaje nada velado a quien el californiano considera «la voz de América», un Johny Cash que da forma y sentido a uno de los temas más inspirados del álbum.

PODER NARRATIVO. No se conforma Cooder con cantar la historia de Kash Buk -así es como se llama el protagonista de I, Flathead- y, cada vez más pendiente de las propiedades narrativas de la música, se empeña también en contarla. De ahí que las canciones, espléndidos y atemporales pentagramas que desbordan conocimiento, pasión y espíritu pedagógico, no sean más que una parte -importante, sí, pero una parte al fin y al cabo- de un proyecto integral que, en la edición limitada estadounidense, se completa con una novela con la que el angelino desborda los límites del formato canción para relatar con pelos y señales una historia que bien podía ser la suya propia.

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