19 octubre 2008

Actores sevillanos en el CAT

"Me he hecho hombre en el CAT"

El sevillano protagoniza la nueva serie de TVE 'Guante blanco' y está pendiente del estreno de 2 películas más
Patricia Godino / SEVILLA | Actualizado 19.10.2008 - 05:00
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El actor posa en un muro de la iglesia de Santa Marina, en Sevilla.
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El Centro Andaluz de Teatro, hoy dirigido por Francisco Ortuño, nace en 1988 creado por la Consejería de Cultura y con el impulso de un destacado grupo de actores, directores y dramaturgos andaluces. Veinte años de trayectoria han dado como fruto 48 producciones que han recorrido la región, teatros españoles y algunas salas internacionales, como In Nomine Dei, Troyanas o La reina andaluza, por citar sólo algunos montajes. En ese ambiente entre la realidad y la ficción que se crea en el CAT se enmarcan las leyendas y secretos que se esconden entre sus muros. En las dependencias de la escuela en Sevilla se han registrado hechos paranormales. Los sucesos, que ahora recoge el libro Guía secreta de Sevilla (La máquina china editorial), bien podrían inspirar una película.

De lejos, los jóvenes que se mueven entre cámaras y cables en uno de los patios centrales del Centro Andaluz de Teatro (CAT) de Sevilla parecen un grupo de amigos que juegan a hacer cine. Parecen lo que son. José Luis García Pérez (1972) y su amigo José María Peña protagonizan K, la escalera india, ópera prima de otro colega de correrías, Jesús Carlos Salmerón. El resto del equipo son viejos conocidos del CAT. Esta adaptación libre de la novela El castillo de Kafka es la excusa para juntarse a rodar "en familia y en casa", que es como José Luis llama al centro donde empezó a dar sus primeros pasos como actor.

Le delata la facilidad con que se mueve por los largos pasillos de este antiguo noviciado de jesuitas. El sevillano es capaz de transitar por recovecos y escaleras para encontrar rincones que él sólo conoce. Y allí, entre las tramoyas y decorados de obras que ya son historia, habla de las leyendas de fantasmas y espíritus encantados que circulan en torno a este edificio enclavado en la céntrica calle San Luis. ¿Ficción o realidad? José Luis quiere creer que esas historias son verdad. "Nunca me he sentido sólo aquí", dice con una voz impostada de ultratumba.

Lo que no es ficción es su vertiginosa agenda. Los estrenos que acumula dan fe de ello. Acudirá a la Semici de Valladolid para la puesta de largo de Retorno a Hansala, largometraje dirigido por Chus Gutiérrez que retrata el drama de la inmigración a partir del naufragio real de una patera en las costas gaditanas. Y en clave de comedia llegará pronto a los cines Que parezca un accidente del director Gerardo Herrero (Los aires difíciles), junto a Federico Luppi y Carmen Maura.

Y a sus papeles en el cine y el teatro, cada vez más frecuentes y con mayor peso como el aplaudido montaje de Closer junto a Belén Rueda, se suma su incursión en el mundo de la televisión. Tras la fallida Fuera de lugar, acaba de estrenar en TVE la serie Guante blanco, donde se mete en la piel de un ladrón que le da la réplica a un grande del teatro, Carlos Hipólito, en el papel de un policía obsesionado con darle caza. "En la serie no hay buenos ni malos", se apresura a decir. "No es nada previsible", insiste.

Tampoco José Luis tenía previsto ser actor, de hecho se licenció en Historia y en su familia nadie se dedica a la escena. Lo de entrar un día en el extinto Instituto Andaluz del Teatro fue pura casualidad: "Estaba en el barrio del Pumarejo, al lado de mi casa. Entré un día, me gustó la gente y me quedé. Llegábamos a pasar 18 horas diarias preparando montajes. Y después, de cervezas por el barrio".

El de José Luis, detrás del Arco de la Macarena, es un conjunto de angostas calles de adoquines atravesadas por la calle San Luis, con la plaza del Pumarejo primero y la iglesia de Santa Marina después. En Madrid, donde reside ahora, añora esas rutinas que en la distancia se valoran como joyas de la cotidianidad: desayunos en San Marcos, cervezas en el Pumarejo y copas por la Alameda. Y de vuelta al número 37 de la calle San Luis, el CAT. "Al principio, el centro ocupaba toda la manzana, pero aquí también llegó lo inmobiliario", lamenta. Allí nació su primer montaje profesional, en 1995, con su compañía Digo Digo Teatro: Cuatro y una silla...que son cinco. Fue el punto de partida para una compañía vital para la escena andaluza.

Cuando el protagonista de Cachorro comenzó a formarse en el centro impartían clase, entre otros, Roberto Quintana, Juan Motilla, Juan Carlos Sánchez y Mariana Cordero, un grupo de actores de los años 70 y 80 que creyeron firmemente en un proyecto de formación integral: "Daban la mejor preparación del momento. Se enseñaba a interpretar pero también dirección, escenografía... Y actitud ante la vida. Siempre digo que yo en el CAT me he hecho hombre".

De su magisterio nació una generación de actores andaluces que, tras acumular muchas horas de tablas sobre los escenarios, figuran en la mayoría de créditos de películas y series aclamadas por el público: Paco Tous (Los hombres de Paco), Paco León (Aída), Alex O'Dogherty (Cámera Café), Félix Gómez (Herederos), Mariano Peña (Aída), etcétera. "Somos colegas dentro y fuera de los rodajes, pero sin cámaras ni famosos". Aquí es donde José Luis se pone serio. "No soy actor por lo que, supuestamente, supone serlo: la fama. Lo soy porque es la única manera que tengo de expresar lo que quiero contar". Palabra de actor.

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