06 abril 2008

Arte democrático, o selecto?

"El arte no tiene límite social; pero el acceso al arte, sí"

El Tono, artista Visual. Tras recorrer América de abajo a arriba, prepara una exposición en la Tate Gallery de Londres


ISABEL REPISO (Público.es) - Madrid - 27/03/2008 22:25

Xavier es El Tono, un muralista francés que después de pasar diez años haciendo grafitis un día decidió tirar el spray. Sin abandonar la calle, se propuso crear enigmas, como mensajes cifrados en una botella que acompañaran a los transeúntes. Así nacieron sus circuitos, con los que decoró algunos rincones de Madrid y que acaba de exportar al continente americano con una gira en la que ha expuesto en Porto Alegre (Brasil) y Scion Gallery (Los Ángeles). Entre medias, sus trazos permanecen en Monterrey (México) y otros países de habla hispana. Pero su vuelta a la vieja Europa está cada vez más cerca: cuando en mayo presente sus trabajos en la Tate Gallery de Londres.
Algunos escritores dicen que escribir es como respirar. ¿Tú podrías vivir sin pintar en las calles?
No. No podría crear sin la calle de por medio y sin la interacción tan directa que existe con el espectador. A mí, crear encerrado en un estudio no me podría satisfacer. Me inspiro en la calle, de su interactividad, de su vitalidad, de sus cambios y de su evolución. La ciudad es un lienzo que no acaba nunca y tienes miles de aplicaciones, muchas aún sin descubrir, paseando por sus calles, a veces, descubro una.
Has estado de gira por América: Rosario, Buenos Aires... ¿Qué diferencias encuentras con Madrid?
Pintar en Madrid era maravilloso entre 2000 y 2002, pintaba mucho con Nuria Mora y Lavapiés era nuestro terreno de juego preferido. Ahora, en Madrid, somos europeos y tenemos que tener una ciudad que por fuera parezca europea, es decir, todo limpio. Creo que Madrid nunca dejará de inspirarme pero cada vez pinto menos por sus calles, el gris Ayuntamiento deja los soportes poco apetecibles. Cuando salgo fuera, no paro de pintar y por suerte viajo mucho.
¿Qué has aprendido de tu viaje por América del Sur?
Allí la tradición de pintura mural es muy fuerte. Es un festival permanente de tipografías y colores. Cuando llegan las elecciones, tanto en Brasil como en Argentina, los candidatos pagan a rotulistas que pintan, ilegalmente, eslóganes gigantes a lo largo de las carreteras, pintar una pared es algo mucho más natural y mejor percibido que en Europa. En América del Sur aprendí que el arte no tiene limite social, solamente lo tiene el acceso al arte.
¿Alguna anécdota en especial?
Cuando pintamos en las favelas de Río de Janeiro, nunca pensé que nuestros dibujos geométricos iban a ser tan bien recibidos. Después de la primera pintura, todos los vecinos nos pedían que también les pintáramos su puerta. Allí entendí que todos podemos percibir el arte, pero no todos podemos cruzar la puerta de una galería.


Tu arte se interpreta como un diálogo entre la calle y las galerías de arte. ¿Te ha costado entrar en el circuito privado?
Siempre he luchado para encontrar un equilibrio coherente entre trabajos para interiores y trabajos exteriores. Evidentemente, a la obra acostumbrada a aparecer en paredes le sienta mal ser encerrada en un marco. Para un artista callejero con un trabajo muy ilustrativo, es más fácil y no pierde tanto. Para mi, donde la textura del soporte y la composición de la escena entera cuenta casi más que la propia pintura, no veo coherente pintar lienzos. Por eso siempre intento hacer intervenciones en la calle que relaciono con lo expuesto en la galería.
Una pieza característica de tu obra en galerías son los ‘Invertidos'. Háblanos de ellos.
Se trata de fabricar unos collages con maderas encontradas en las calles de la ciudad donde voy a exponer y pintar sobre ellos los negativos de pintadas mías que existen en el exterior. Hago un único Invertido por obra original y así el comprador es también, de alguna manera, propietario de la pintada que se encuentra en la calle. Lo ideal sería recibir encargos de gente queriendo el Invertido de la pintada que tienen a bajo de su casa! Porque lo importante para mí es seguir siendo fiel a la calle que es donde mi trabajo se desarrolla.
Parece que hay una moda por intelectualizar el arte. ¿Detrás de las formas que pintas hay algún discurso?
Tiene algo de reivindicación social, una idea de arte más democrático, aunque gran parte del discurso lo fui descubriendo escuchando a la gente que se cruzaba con mis pinturas. Mis formas se enfrentan a esa saturación de los signos que hay en las ciudades ofreciendo un poco de misterio, un espacio donde uno se puede parar y pensar: "Pero y esa forma, ¿qué me quiere decir?"
¿Qué papel jugó el dibujo en tu infancia y adolescencia?
No paraba de dibujar. Hacía cómics muy elaborados y hasta los encuadernaba. Pero creo que me fallaba siempre el guión. Era bastante sencillo siempre: el malo y el bueno y cuando uno ganaba y se acababa la historia
La revista ‘Time' se cuestionaba la muerte de la cultura francesa. Como francés, ¿qué piensas?
Creo que la escena joven y emergente sigue activa, igual que a nivel musical, donde la electrónica francesa tiene mucho peso.

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