03 julio 2008

Sobrevivir al planeta tierra

El decálogo de Buckminster Fuller

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¿Visionario o cantamañanas?

Estate of R. Buckminster Fuller

Buckminster Fuller: el hombre que soñó el mañana


¿Visionario o cantamañanas?

¿Visionario o cantamañanas? Estate of R. Buckminster Fuller

Si un visionario es alguien capaz de anticiparse a los problemas y sugerir soluciones con décadas de adelanto, es indudable que Richard Buckminster Fuller lo era; desde el cambio climático a la desaparición de los recursos naturales y energéticos, nuestras grandes crisis sin resolver ya le preocupaban hace casi ochenta años. Fue además uno de los primeros en afirmar que el ordenador sería una herramienta que cambiaría el mundo.

Sin embargo, prácticamente nada de lo que este futurista utópico imaginó llegó a materializarse. La gran mayoría de sus proyectos, desde los coches con tres ruedas a los edificios ligerísimos transportados por zeppelins o ciudades submarinas, fracasaron estrepitosamente o nunca llegaron a ver la luz. Incluso los que sí tuvieron éxito, como sus célebres cúpulas geodésicas, parecen hoy reliquias olvidadas de otro tiempo, fósiles de un futuro que nunca se hizo realidad.

¿Por qué nos fascina entonces todavía su figura, y por qué se mencionan sus ideas una y otra vez en el trabajo de los mejores científicos, artistas y diseñadores de nuestro tiempo? Veinticinco años después de su muerte, el Whitney de Nueva York explora la vigencia de su legado en Buckminster Fuller: Starting with the Universe, una ambiciosa exposición que intenta determinar cuánto tuvo de genio y cuánto de charlatán.

Las consecuencias de una revelación

No es fácil saber quién era realmente Buckminster Fuller, ya que su vida se oculta detrás del mito de un personaje que él mismo estuvo encantado de alimentar. Pero la historia oficial es más o menos la siguiente. Hijo de una de las familias más prominentes de Nueva Inglaterra, mal estudiante expulsado dos veces de Harvard, a finales de los años veinte una crisis personal le lleva al borde del suicidio.

La causa no está clara; algunas versiones apuntan a la muerte prematura de su primera hija, otras a su ruina económica, las más recientes a su afición al alcohol y al fracaso de su relación con una amante. El resultado es una epifanía personal que le lleva a entender que "su vida no le pertenece, sino que es propiedad del universo".

A partir de ese momento entendería toda su vida como un experimento donde él sería la cobaya, un intento de responder esta pregunta: ¿qué puede hacer un individuo cualquiera por mejorar la vida de toda la humanidad, sin hacerle daño al planeta?

Dynamic maximum tension

Adoptando como lema la idea de crear "lo máximo con los menos recursos posibles", Bucky se lanza a promover proyectos que replantean por completo los parámetros de la vida cotidiana bajo la marca Dymaxion, una contracción inventada de las palabras Dynamic Maximum Tension que se convertirán en su marca de fábrica.

Dos de los conceptos más contemporáneos de nuestro tiempo, "sostenibilidad" e "innovación", no hubieran existido sin su influencia

Aquí nacen el Coche Dimaxion, un automóvil capaz de girar sobre sí mismo y que en el futuro debería poder volar, el Mapa Dymaxion, capaz de proyectar el globo en un poliedro para desplegarse en una red de muchas formas diferentes o la Casa Dymaxion, una casa prefabricada que cuesta lo mismo que un coche, pesa treinta veces menos que una de ladrillo, y se monta en dos días.

Todos estos proyectos y muchos otros fracasan comercialmente, pero le proporcionan popularidad mediática y una gran notoriedad que le lleva a impartir clase en el prestigioso Black Mountain College -donde es colega de John Cage o Merce Cunningham- y a embarcarse en una gira internacional de conferencias ininterrumpida prácticamente durante cuarenta años.

Su capacidad para dar charlas de hasta diez horas le convierte en un mito para los jóvenes, que le escuchan fascinados a la vez que admiten que no entienden casi nada de lo que dice.

Las cúpulas geodésicas

Fuller nunca tuvo miedo a los fracasos, y su curiosidad constante le hizo acercarse a multitud de disciplinas. Su pasión por crear un sistema alternativo de geometría le abre la puerta del que sería su mayor éxito técnico y creativo: las cúpulas geodésicas.

El mayor ejemplo de la filosofía de "hacer más con menos", las geodésicas son las estructuras más grandes que se pueden construir con la menor cantidad de material posible. Su impacto fue inmediato, y empresas como Ford e instituciones como el ejército americano fueron sus primeros usuarios.

Una de ellas se convirtió en el emblema de la Exposición Universal de 1965. Pero tampoco eran técnicamente perfectas: tenían la irritante costumbre de sufrir goteras. Dos años después de su muerte, se descubre la molécula de carbono C60, que reproduce la estructura de una cúpula geodésica. Hasta el día de hoy, se conoce como buckminsterfullereno.

La sombra de Fuller es alargada

Lo que convierte a Fuller en una figura especialmente relevante es la impresión de que lo más importante de su obra no fueron sus propuestas concretas para reinventar la casa, el coche o la ciudad, sino su capacidad para forjar ideas inspiradoras y transformadoras que se dejan sentir ahora en incontables sitios. Dos de los conceptos más contemporáneos de nuestro tiempo, "sostenibilidad" e "innovación", no hubieran existido sin su influencia.

En su visión del mundo el planeta es un conjunto de flujos y redes donde lo que ocurre en un sistema afecta a todos los demás. Propuso una nueva clase de diálogo fluido y fértil entre la ciencia, el arte y la tecnología, y planteó que el mejor maestro de los creadores debía ser la naturaleza, el más eficiente de los diseñadores; a esto lo llamamos hoy "biomimetismo".

Su arquitectura barata, sostenible y nómada ha influido al movimiento de arquitectos humanitarios y activistas, desde Cameron Sinclair y Shigeru Ban a Santiago Cirujeda. Y fueron sus ideas las que a través de la contracultura californiana de los 60, inspiraron a los creadores de la WELL, la primera comunidad virtual en internet.

Probablemente, el propio Fuller consideraría hoy que el verdadero éxito de sus proyectos fue el experimento en que convirtió sus ochenta y siete años de vida. Un experimento que invita a cualquiera a replicar en la que es probablemente la más famosa de sus citas:

"Si el éxito o el fracaso de la vida en este planeta dependiese de quién quieres ser tú, y de qué es lo que quieres hacer, ¿quién querrías ser? ¿Qué querrías hacer?"

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