26 julio 2008

Un perro andaluz

Buñuel íntimo y epistolar

Coincidiendo con el 25 aniversario de la muerte de Luis Buñuel, un libro recupera la correspondencia entre el cineasta aragonés y su amiga y colaboradora Lulú Viñes


El cineasta Luis Buñuel. EFE
SARA BRITO - Madrid - 26/07/2008 10:16

Él la llamaba en broma mi secretaria porque ella se ocupaba de enviar a México reseñas relativas a sus estrenos en Francia; ella evocaba "el silencio buñuelesco" cuando le achacaba a su amigo los vacíos prolongados en su correspondencia. Luis Buñuel y Lulú Viñes-Jourdain fueron amigos durante más de cinco décadas.

Leer las cartas que se intercambiaron desde 1934 a 1982 es conocer el accidentado mapa del siglo XX y descubrir a un Buñuel que ni siquiera se mostró tan íntimo en Mi último suspiro, las memorias que escribió junto a su amigo y colaborador Jean Claude Carrière.

En sus memorias, Luis Buñuel recordaba con afecto a sus amigos, el pintor Hernando Viñes y su mujer Lulú Jordain: "Hernando, de origen catalán y más joven que yo, fue un amigo para toda la vida. Se casó con una mujer a la que quiero muchísimo, Lulú, hija de Francis Jourdain, el escritor que frecuentaba muy de cerca a los impresionistas y que fue muy amigo de Huysmans".

Intensa correspondencia

Ahora, cuando se cumplen 25 años de la muerte del cineasta que persiguió a la libertad aún a sabiendas de que es un fantasma, el Instituto de Estudios Turolenses, el mismo que ha publicado los guiones inéditos del cineasta o el estudio sobre Los Olvidados que fue premiado este año por la Academia de Cine, ultima una publicación que verá la luz a finales de año. Correspondencia Buñuel/Viñes 1934-1982, recoge más de 140 documentos, de los que un 90% son cartas, en su mayoría firmadas por Luis Buñuel. Es una mirada cercana, de andar por casa, del autor de Tristana.

"Lo que lo diferencia de otros epistolarios es su amplitud temporal. Permite conocer a Buñuel desde su juventud hasta sus últimos años ya que la última carta es de 1983, un año antes de morir", explica Víctor M. Lahuerta, el diseñador gráfico e investigador del Instituto de Estudios Turolenses que, junto al portavoz de la familia Buñuel, Pedro García Buñuel, lleva el peso de la publicación. "Es además la correspondencia entre dos familias, aunque fueran Lulú y Luis los que mantuvieran el hábito durante más tiempo". En las cartas no sólo hablan de los proyectos de cada uno, de la marcha de los subtítulos al francés de las películas españolas del director, que Lulú Viñes preparaba y cotejaba con su amigo, sino también de sus hijos, de sus pequeños achaques, de sus amigos comunes...

La semana pasada Víctor M. Lahuerta llegaba a una cafetería del centro de Madrid entusiasmado. "Estamos acabando la investigación pero siguen saliendo cosas: acabo de encontrar una carta más entre los archivos de la Filmoteca Española", contaba. Con esta, espera que se cierren los más de ocho meses de investigación entre los archivos de las dos familias, no exentos de dificultades: cartas sin datar u otras donde la letra de Lulú Viñes era ininteligible. Buñuel acabó pidiendo a Lulú que escribiera a máquina porque podía pasarse días descifrando su letra.

Amistad duradera

Este libro incluirá fotografías inéditas y casi 120 cartas en edición facsimil, acompañadas de documentos como el título de caballero y escudero para Hernando y Lulú Viñes de la paródica Orden de Toledo que Buñuel fundó junto a Dalí y García Lorca, entre otros, en 1923. También se encuentra la famosa fotografía de la cena homenaje a los Viñes, que reunió a parte de la Generación del 27.

La amistad entre Buñuel y Hernando Viñes se inició en el París de los años veinte. Cuando Buñuel se traslada a la ciudad, en 1925, empieza a frecuentar al círculo de pintores españoles. En 1926, ambos participaron en la representación del Retablo de Maese Pedro, de Manuel de Falla, en Amsterdam: el cineasta ejerció de director de escena y el pintor de los decorados y el cartel.

Lulú Jourdain apareció en escena en 1931, cuando se casó con el pintor. La correspondencia arrancó cuando Buñuel se fue a Madrid en 1932 para preparar Las Hurdes, tierra sin pan. Sólo se verían una vez más antes de que el Atlántico los separara. El matrimonio francés visitó a Buñuel en Madrid en mayo de 1936, en la época en la que el director fundó, junto a Ricardo Urgoiti, la productora Fimofono de melodramas baratos.

La pareja acabó marchándose apresuradamente por los rumores sobre el alzamiento militar que se produciría poco después. Poco tardaría Buñuel en seguir su ejemplo. En septiembre, partiría en tren hacia Ginebra iniciando un exilio que se prolongaría, salvo excepciones, hasta su muerte.
Pasarían años sin verse, pero el empeño de Lulú Viñes y la perseverancia intermitente de Buñuel mantuvo el hilo de una amistad sellada desde Nueva York, Los Ángeles o Ciudad de México.

Lulú supo de la desesperación del director en los años americanos, cuando pensaba que ya no rodaría nunca más, del enérgico entusiasmo de sus inicios en México, del convencimiento y pasión con que Buñuel realizó Los Olvidados, y de sus últimos años, cuando el cineasta de Calanda, cansado y aquejado de sordera y falta de vista, sentía que el cine y la vida se le escapaban.

Retrato de una generación con guerra al fondo

Madrid. Mayo de 1936. Banquete de homenaje a Lulú y Hernando Viñes. La pareja se retrata junto a Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pablo Neruda, Miguel Hernández y Luis Buñuel, entre otros. La fotografía es una imagen icónica usada por el Equipo Crónica en uno de sus lienzos.

Lulú Viñes estaba acostumbrada a relacionarse con la vanguardia cultural desde pequeña. Era hija del escritor Francis Jourdain y su abuela regentaba un salón literario a finales del siglo XIX. Como recuerda Buñuel en sus memorias, “Lulú me regalo un objeto extraordinario de su abuela. Es un abanico en el que la mayoría de los grandes escritores de fin de siglo escribieron unas palabras...”.

Tras estallar la Guerra Civil, el matrimonio interviene en el mítico pabellón español de la Exposición de París de 1937, ayuda a muchos refugiados y participa en iniciativas antifranquistas, como un homenaje a Alberti en Francia. “Todas las personalidades culturales deben participar”, escribe Lulú, en calidad de Secretaria de la Asociación Cultural Franco Española, en una carta en la que insta al escritor Luis Goytisolo a viajar a París para participar en el homenaje al poeta.

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